Fue un año sin igual. Mientras la pandemia se extendía por el mundo, el llamado a quedarse en casa recrudeció las desigualdades de nuestra sociedad. La crisis ha tenido un impacto devastador en los dos mil millones de trabajadorxs en empleo informal en el mundo. Queremos compartir las valiosas lecciones que aprendimos el año pasado, a raíz del trabajo que realizó WIEGO junto a lxs trabajadorxs en empleo informal a lo largo de la pandemia. Esperamos que sirvan para informar sobre cómo apoyar a dichxs trabajadorxs a lo largo del año venidero.
Protección social
Lxs trabajadorxs en empleo informal son parte del «sector intermedio olvidado» que, a menudo, no se contempla en los programas de protección que lanzaron los gobiernos durante la crisis. Dado que la mayor parte de estxs trabajadorxs dependen de sus ingresos diarios para sobrevivir, este hecho representó un importante desafío para ellxs y sus familias.
Un análisis de las respuestas de los gobiernos en 63 países pone en evidencia dos lecciones clave: la necesidad de un acercamiento lo suficientemente flexible para reconocer las múltiples dimensiones y necesidades de la vida de lxs trabajadorxs en empleo informal, como también la importancia de que existan sistemas, instituciones y espacios de diálogo social que puedan respaldar a lxs beneficiarixs de los programas incluso en caso de crisis imprevistas.
No hacer daño
Muchos gobiernos justificaron la violencia contra lxs trabajadorxs en empleo informal durante la pandemia con el argumento de que esta era necesaria para implementar las medidas de salud pública y prevenir la propagación del virus. Estos argumentos se inscriben en una larga tradición que utiliza la salud pública y el saneamiento como un pretexto para el desalojo y la represión de las personas en situación de pobreza.
Pero la realidad es diametralmente opuesta: con las protecciones y el apoyo adecuados, lxs trabajadorxs en empleo informal tienen un enorme potencial como promotorxs de la salud pública y de la recuperación económica durante la crisis de COVID-19 y más allá. La venta de comida y el reciclaje son servicios esenciales que se podrían mejorar mediante la inclusión, en condiciones favorables, de estxs trabajadorxs en los sistemas de alimentación y residuos. La crisis ofrece la oportunidad de repensar estos sistemas para hacerlos más justos.
Seguridad alimentaria
A lo largo del Sur global, las medidas de confinamiento surgidas a raíz de la pandemia convirtieron el acceso a la comida en un desafío para muchxs. Mientras lxs trabajadorxs de supermercados fueron consideradxs esenciales en muchos lugares, las comunidades más pobres y vulnerables suelen depender de los sistemas informales de alimentos para abastecerse de comida.
Si bien algunos países declararon a lxs vendedorxs de alimentos como proveedorxs de un servicio esencial, a menudo no fueron lo suficientemente lejos como para desbloquear la totalidad del sistema informal de alimentos.
Pero cuando se respetan las directrices de seguridad, lxs vendedorxs en empleo informal pueden trabajar de manera tan segura como un supermercado. Es urgente desbloquear los sistemas informales de alimentos, terminar con el acoso policial y garantizar el acceso a equipos de protección y agua.
LEER: Seguridad alimentaria y vendedorxs ambulantes durante la COVID-19
Responsabilidad de las marcas respecto de lxs trabajadorxs textiles
Desde el comienzo de la pandemia, las marcas cancelaron sus pedidos, lo que tuvo consecuencias devastadoras para quienes son el último eslabón de las cadenas de suministro textil, trabajadorxs vulnerables y rápidamente olvidadxs. Lxs trabajadorxs subcontratadxs en domicilio --mujeres que cosen en sus hogares para algunas de las principales marcas, a menudo, por centavos-- fueron despojadoxs de sus salarios y no recibieron pago alguno por trabajos que ya habían realizado. Si las marcas no se responsabilizan de esto, deberán arreglárselas solxs.
Lxs CEO de esas marcas deben ser solidarixs con lxs trabajadorxs industriales y en domicilio de sus cadenas de suministro durante esta crisis. Tales acciones pueden hacer una real diferencia entre la vida y la muerte para dichxs trabajadorxs, como también pueden aumentar la visibilidad de su realidad en el futuro.
Apoyar medios de sustento alternativos
En plena pandemia de COVID-19, cuando lxs trabajadorxs en empleo informal de todo el mundo luchaban por ganar su sustento, el gobierno de Ghana comenzó a desmantelar el relleno sanitario de Kpone, en Accra, desplazando a más de 300 trabajadorxs que recogían residuos allí. Parece que el gobierno aprovechó la distracción generada por la COVID-19 para proceder al cierre del relleno sanitario, evadiendo el compromiso de garantizar una alternativa real para los medios de sustento de lxs trabajadores desplazadxs o de otorgarles una compensación.
En lugar de priorizar el desplazamiento de algunxs de lxs trabajadorxs más olvidadxs del país en medio de la pandemia, el gobierno debería encontrar el modo de apoyar a lxs recicladorxs de Kpone para favorecer su organización e implementar sistemas de tratamiento de residuos inclusivos. Lxs recicladorxs en empleo informal deberían recibir reconocimiento, respeto y apoyo por parte de las comunidades, el Estado y las organizaciones no gubernamentales. De este modo, la estigmatización que pesa sobre ellxs se vería reducida, al tiempo que se pondría el foco en las contribuciones sociales, económicas y medioambientales que hacen a la sociedad, en particular durante la pandemia.
Foto: Trabajadora en domicilio en Tiruppur, India, durante la pandemia de la COVID-19. Créditos: WIEGO