En la mayoría de los países en desarrollo, mucho más de la mitad de la fuerza de trabajo urbana es informal. Pero las trabajadoras y los trabajadores informales –y sus medios de sustento– tienden a ser ignorados o excluidos en la planificación urbana y el desarrollo económico local. No habrá inclusión social o financiera alguna que pueda compensar esta exclusión de los planes urbanos y de las políticas económicas. La fuerza de trabajo informal urbana, particularmente los trabajadores que laboran en condiciones de pobreza, debe ser reconocida, valorada y apoyada como agente económico que contribuye a la economía y la sociedad.
Consideremos tres grupos de trabajadores informales urbanos.
- Las trabajadoras y los trabajadores a domicilio producen una gran variedad de productos y servicios desde sus hogares: desde ropa, textiles, artesanías y comida preparada hasta productos electrónicos y autopartes. Sin embargo, la mayoría no goza de seguridad de tenencia o servicios básicos de infraestructura para convertir sus hogares en lugares de trabajo productivos; y muchos enfrentan desalojos y reubicaciones.
- Las vendedoras y los vendedores ambulantes proporcionan acceso fácil a una amplia gama de productos y servicios: desde fruta fresca y verduras hasta materiales de construcción; desde textiles y artesanías hasta artículos electrónicos de consumo; desde comida preparada hasta autopartes y reparaciones. Compran productos de proveedores formales e informales y pagan los servicios prestados por cargadores, guardias de seguridad, operadores de transportes y otros. Muchos pagan tarifas para licencias, permisos o por el uso del espacio público, creando ingresos para los gobiernos locales. Pero la mayoría carece de un lugar fijo y seguro de venta. No obstante, la mayoría enfrenta hostigamientos por parte de las autoridades locales a diario (incluyendo exigencias de sobornos, confiscaciones arbitrarias de la mercancía y abusos físicos); y muchos enfrentan el riesgo de ser desalojados.
- Las recicladoras y los recicladores recolectan, clasifican y reciclan residuos: así ayudan a limpiar las calles de las ciudades y a reducir las emisiones de carbono. Pero no se les reconocen sus servicios y muchas veces se les niega el acceso a los residuos.
Los planes de renovación urbana tienden a intensificar las desventajas enfrentadas por la fuerza de trabajo informal en las ciudades.
Tome el caso de la India donde cuatro de cinco trabajadores urbanos son trabajadores en la economía informal. En toda la India, los planes de renovación urbana están minando los medios de sustento informales urbanos. Los trabajadores a domicilio sufren reubicaciones forzadas a las periferias de las ciudades. Los trabajadores de la construcción se ven desplazados por máquinas. Los vendedores ambulantes son desalojados de sus mercados tradicionales. A los trabajadores del transporte –conductores de bici ‒rickshaws, conductores de carretas jaladas por caballo, tiradores de carritos, cargadoras que transportan cargas con su cabeza‒ se les prohíbe usar ciertas carreteras. A los recicladores se les niega el acceso a los residuos y no se les permite licitar por contratos de gestión de residuos sólidos. En nombre de la modernidad y del crecimiento, el 80% de la fuerza de trabajo en la India contemporánea enfrenta exclusión económica, si es que no la pérdida de sus medios de sustento.
Lo que los trabajadores pobres en la economía urbana informal necesitan con más urgencia es el reconocimiento y la inclusión como agentes económicos productivos: inclusión en la planificación urbana, la asignación de terrenos urbanos, la prestación de servicios básicos de infraestructura y transporte, y el desarrollo económico local. De lo contrario, sus medios de sustento siguen amenazados por la fuerza devastadora de la renovación urbana. No habrá inclusión social o financiera alguna que pueda compensar el costo de ver sus medios de sustento perjudicados o destruidos.
El reconocimiento y la inclusión de los trabajadores informales urbanos como agentes económicos son posibles. En varias ciudades en la India, los trabajadores a domicilio han recibido servicios básicos de infraestructura para mejorar sus hogares y lugares de trabajo; a los vendedores ambulantes les han sido asignados sitios de venta por parte del municipio local; y los recicladores han recibido contratos del municipio local para recolectar, clasificar y reciclar residuos. Más recientemente, en febrero de 2014, el Parlamento de la India aprobó una ley para regular y proteger a los vendedores ambulantes. Hay otros ejemplos semejantes en otras partes del mundo. Más de 6000 vendedores ambulantes en el área del mercado central de Durban, Sudáfrica, recibieron apoyo técnico e infraestructura. A los recicladores en Bogotá, Colombia, el municipio les paga para que recolecten, clasifiquen y reciclen residuos. Y el gobierno de Tailandia ha adoptado una ley para apoyar a los trabajadores a domicilio.
Lo que se necesita es un enfoque de planificación urbana y de desarrollo económico local que reconozca las contribuciones de la economía informal y busque integrar a los trabajadores informales –y sus medios de sustento– a la planificación urbana y las políticas económicas. Lo que se necesita es un enfoque que promueva “ciudades híbridas”, diseñadas para integrar y apoyar a la economía informal y la economía formal. Lo que se necesita es un enfoque que valore la diversidad económica: las empresas grandes y las microempresas, las actividades formales y las actividades informales. Lo que se necesita es un enfoque que promueva la planificación urbana inclusiva al invitar a las organizaciones de trabajadores en la economía informal a sentarse a la mesa donde se discuten las políticas. Ello requerirá una revaloración radical de la planificación urbana para promover una asignación equitativa del espacio urbano, de los servicios urbanos y de la infraestructura urbana en apoyo a los medios de sustento informales urbanos, y no solo de las empresas formales. También requerirá que los trabajadores en condiciones de pobreza en la economía informal estén organizados y tengan suficiente voz y poder de negociación para ayudar a delinear las trayectorias de desarrollo de las ciudades en las que viven y trabajan.
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