ENGLISH

Durante años, Pratima, trabajadora del hogar, ha estado cocinando para varias familias en Delhi. Cuando el coronavirus comenzó a propagarse y se implementaron restricciones de circulación en todo el país, los complejos de viviendas y los barrios cerrados prohibieron el ingreso de las trabajadoras del hogar. En la actualidad, incluso si el aislamiento obligatorio se ha ido levantando gradualmente en India, Pratima es una de las muchas trabajadoras del hogar cuya lucha continúa.

Muchas trabajadoras del hogar no han podido regresar a trabajar porque sus empleadorxs ya no las quieren en su casa, por temor a que propaguen la enfermedad. Finalmente, Pratima ha podido volver a su trabajo, pero solo de forma parcial. Ha habido un gran cambio de actitud en sus empleadorxs: en lugar del buen recibimiento que solían darle, ahora la ven como una portadora potencial del virus y la rocían con desinfectante por todo el cuerpo antes de permitirle ingresar a la casa. A Pratima no le gusta y le provoca una picazón continua en la piel, pero esta es la única forma de poder alimentar a su familia.

Pratima compartió sus experiencias con otras personas trabajadoras en un reciente seminario web de WIEGO sobre Las Voces de lxs Trabajadorxs, organizado por Ciudad Focal Delhi, en conjunto con la Asociación de Mujeres Autoempleadas (SEWA, por su sigla en inglés). SEWA es un sindicato registrado en 1972 en India, que cuenta con mujeres afiliadas en 13 estados de dicho país. Junto con Nirmala, que también es trabajadora del hogar en India, Pratima habló sobre el impacto de la COVID-19 y el aislamiento obligatorio en su trabajo, las dificultades que han enfrentado hasta ahora y el apoyo que han recibido, incluyendo el apoyo de SEWA.

En India, el 78,4% de las trabajadoras urbanas se encuentran en la economía informal y alrededor del 9,4% son trabajadoras del hogar.

Pratima vive en Delhi y trabaja como empleada del hogar en cuatro hogares diferentes. Ella mantiene a su hijo, a su madre y a su hermano, que viven con ella. Durante los tres meses del aislamiento obligatorio, Pratima no pudo trabajar en absoluto. Junto con otras personas trabajadoras, fue hasta la puerta de las viviendas y permaneció afuera, esperando recibir sus ingresos. Dos familias siguieron pagándole, pero otra sólo le pagó la mitad y la cuarta familia dejó de pagarle por completo.

“Durante esos tres meses, la vida fue muy difícil. Lo poco que ganamos lo utilizamos para mantener nuestro hogar y, por lo tanto, cuando comenzó el aislamiento obligatorio, no teníamos ahorros.” — Pratima

Nirmala, que vive en Kerala, también cuenta que el periodo de aislamiento fue difícil. La mayoría de las trabajadoras del hogar en Kerala utilizan el transporte público para llegar al trabajo. Pero, a medida que se desencadenaba la crisis, las familias pensaron que este método de transporte aumentaba las posibilidades de contagio y les cerraron la puerta a sus trabajadoras. Nirmala perdió su trabajo y abruptamente dejó de recibir un salario. En abril, solo las trabajadoras del hogar que contaban con medios de transporte propios podían seguir yendo a trabajar, siempre que tuviesen una carta de consentimiento por parte del gobierno.

“Muchas personas perdieron su trabajo y tuvieron problemas financieros. En el plano emocional, estábamos muy angustiadas por la pérdida del trabajo y por el miedo a los problemas de salud asociados con la COVID-19.” – Nirmala

En el momento en que el gobierno no logró brindar ayuda eficaz, SEWA intervino. Muchas trabajadoras le contaron a SEWA que no lograban acceder al plan gubernamental de ayuda alimentaria: algunas no tenían la documentación adecuada para ser admitidas, mientras que otras dijeron que se postularon, pero que nunca recibieron respuesta. En todos los casos donde fue posible, SEWA facilitó el acceso a los planes gubernamentales de alimentos y raciones. Además, proporcionó raciones de alimentos a las trabajadoras más vulnerables, que no recibían ni podían acceder al apoyo del gobierno.

En Delhi, la capital de India, con una población de más de 18 millones de personas, la mayoría de lxs trabajadorxs son migrantes. Sin la documentación adecuada, estxs trabajadorxs no pueden acceder a la seguridad social ni a las medidas de ayuda durante la pandemia y están en una situación más vulnerable que nunca. “Este fue el problema más grande y principal en el que nos concentramos. Durante la pandemia, brindamos raciones alimentarias a 35 000 hogares”, cuenta Aditi de SEWA Delhi. En Kerala, un gobierno local más solidario proporcionó raciones gratuitas de alimentos a todxs lxs que lo necesitaban e implementó comedores comunitarios.

Para brindar apoyo emocional a quienes perdieron sus trabajos, así como también a quienes enfrentan una mayor tensión en el hogar, SEWA se mantiene en contacto con sus miembros y las vincula con trabajadorxs de la salud, de ser necesario. SEWA también hizo una campaña a favor de las transferencias de efectivo, para aliviar la carga sobre las familias vulnerables. En Kerala, el consejo directivo de bienestar para trabajadorxs no organizadxs proporcionó a lxs miembros un pago único de 1000 INR. La incidencia de SEWA contribuyó a que el consejo decidiera otorgar este pago también a lxs antiguxs miembros, con membresías caducadas, explica Shina de SEWA Kerala.

El temor continuo al contagio por parte de lxs empleadorxs mantiene a las trabajadoras del hogar sin trabajo, y SEWA está tomando cartas en el asunto. El 16 de junio, Día Internacional de las Trabajadoras del Hogar, que marca el aniversario del Convenio 189 de la Organización Internacional del Trabajo sobre los derechos de las trabajadoras del hogar, SEWA Kerala lanzó su campaña denominada “Mi justo hogar”. Su objetivo es desestigmatizar a las trabajadoras del hogar como transmisoras de la enfermedad. Con un pequeño grupo de trabajadoras, se pararon en la entrada de las residencias con pancartas y folletos y, al mismo tiempo, crearon conciencia sobre la higiene entre lxs miembros de SEWA.

Tal como explican Pratima y Nirmala, durante un tiempo, las cosas seguirán siendo difíciles para las trabajadoras del hogar en India. Pratima todavía trabaja solo en dos hogares de los cuatro en los que solía trabajar antes de la pandemia. “Algunxs empleadorxs nos piden que trabajemos fuera de casa o que vayamos a comprar verduras. Nos exponemos a un mayor riesgo de contagio al salir. Nos pican constantemente las manos y los pies debido a la desinfección que tenemos que hacer cada vez que ingresamos a la casa”, dice. Su madre, que también es trabajadora del hogar, todavía no ha podido retomar su trabajo. Por lo tanto, los ingresos familiares generales se han reducido a la mitad. Para poder alimentarse, reciben raciones de alimentos básicos como aceite, legumbres, harina, arroz y especias por parte de SEWA y también a modo de préstamo por parte de una tienda.

Nirmala dice que una gran parte de las trabajadoras del hogar en Kerala todavía están desempleadas. En cuanto a aquellas que pudieron regresar al trabajo, sus empleadorxs las tratan como portadoras de la infección y les piden que se bañen y se laven mucho. Nirmala está intentando conectarse con el plan de garantía de empleo urbano del gobierno en Kerala.

Foto: Programa "Trabajar en Libertad" de la OIT: Ranchi 2015