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Las personas vendedoras ambulantes brindan servicios esenciales en ciudades de todo el mundo, especialmente en África, Asia y América del Sur, donde los residentes recurren a ellas para cubrir sus necesidades básicas. Forman parte de un vasto sistema alimentario informal que evita que una gran parte del mundo pase hambre. Sin embargo, la pandemia ha devastado los medios de subsistencia de las personas vendedoras ambulantes al interrumpir su capacidad de trabajo y ha dejado a muchas de ellas en la lucha por su supervivencia. 

En esta sección del análisis global de WIEGO de noticias relacionadas con la venta ambulante, nos sumergimos en el impacto que han tenido en dicho sector las medidas tomadas para evitar la propagación de la COVID-19, pero también observamos las innovaciones de las vendedoras y vendedores ambulantes en el contexto actual.

Aislamiento obligatorio: una lucha por la supervivencia

El aislamiento obligatorio que se está implementando en todo el mundo ha puesto en crisis a las dos mil millones de personas trabajadoras en empleo informal del mundo, y ha afectado especialmente a las vendedoras y vendedores ambulantes, cuyos medios de subsistencia dependen de su presencia en los espacios públicos. 

Algunas ciudades y países han permitido que continúe el comercio, pero las personas vendedoras han tenido que hacer ajustes significativos en su trabajo y en su vida en el hogar. En Uganda, las vendedoras y vendedores recurrieron a dormir en los mercados para poder continuar ganándose la vida, evitando al mismo tiempo el contacto con sus familias. Incluso en las ciudades donde se les permite vender, las vendedoras y vendedores ambulantes informaron una reducción del 90% en sus ingresos debido a la disminución del tráfico peatonal en lugares como la Ciudad de MéxicoAccra, Los Ángeles y la Ciudad de Nueva York.

Otros países han implementado prohibiciones absolutas de venta, lo que hace que la situación se vuelva más grave. Con las ciudades desiertas o cerradaslas personas vendedoras ambulantes dicen que si no pueden trabajar, sus familias simplemente morirán de hambre. Desde América Latina hasta Sudáfrica, Nigeria o India, la prohibición de venta ambulante ha dejado a las vendedoras y vendedores ambulantes sin trabajo o sin la posibilidad de comerciar. Muchas personas vendedoras ambulantes expresaron su temor ante la imposibilidad de alimentar a sus familias durante el periodo de aislamiento, lo que luego podría llevar a muchas de ellas a la lucha contra la inanición.

El problema del hambre

Las personas vendedoras ambulantes no estarán solas en la lucha por conseguir alimento. Los hogares de bajos ingresos que dependen de las vendedoras y vendedores ambulantes para obtener alimentos ahora tienen que pagar más para poder acceder a dichos alimentos. Eso podría tener un impacto generalizado. Un informe de la ONU advierte que esta pandemia podría duplicar la cantidad de personas que padecen hambre extremo, crear una recesión mundial que podría alterar las cadenas de suministro de alimentos, y profundizar las luchas y preocupaciones específicas de las personas que trabajan en la economía informal.

Desafortunadamente, algunos medios de comunicación acusan a las vendedoras y vendedores de alimentos en empleo informal de ser vectores de infecciones, lo que solo aumenta la carga sobre un grupo de personas trabajadoras ya vulnerables que se están exponiendo para ganarse la vida. Este tipo de informes pasan por alto el rol de los gobiernos municipales para garantizar la gestión y reducción del riesgo de seguridad y salud ocupacional de estas personas trabajadoras que mantienen en funcionamiento las cadenas de suministro de alimentos. 

Trabajadoras y trabajadores migrantes

La crisis económica provocada por la pandemia ha expuesto la vulnerabilidad extrema de las personas migrantes urbanas. En India, se implementaron medidas de aislamiento obligatorio, sin tener en cuenta la vasta economía informal del país, que involucra al 90% de las personas trabajadoras, muchas de las cuales son migrantes y se encontraron sin más trabajo ni vivienda en cuestión de horas. 

Las trabajadoras y trabajadores migrantes de Estados Unidos también han quedado en una situación vulnerable. Las medidas de apoyo económico implementadas dejaron de lado a las personas trabajadoras migrantes, muchas de las cuales son vendedoras ambulantes que trabajan en las principales ciudades. Algunas ciudades de Estados Unidos están fomentando la creación de un fondo para personas trabajadoras excluidas para poder brindarles ayuda a las que estén indocumentadas. 

En Colombia, más de 1000 personas vendedoras ambulantes solicitaron ayuda al gobierno de Bogotá, la gran mayoría de las cuales son venezolanas y venezolanos, que enfrentan desalojos en medio de las medidas de cuarentena. La alcaldesa de Bogotá, cuyas políticas liberales han apoyado a las personas migrantes durante la crisis migratoria, emitió una declaración sobre personas migrantes (trabajadoras en empleo informal) que se consideró discriminatoria durante la crisis de la COVID-19, lo cual significa nuevos desafíos para estas trabajadoras y trabajadores.

Una situación brutal para quienes trabajan en la calle

Incluso en los lugares donde se permiten las ventas ambulantes en la calle, la situación es extremadamente desafiante. Diversos municipios de Perú, Honduras y Estados Unidos han recurrido a la implementación de medidas punitivas contra las vendedoras y vendedores ambulantes durante el periodo de aislamiento, tales como reubicacionesdesalojos, prohibición de ventas y multas policiales

En India, el primer día de confinamiento se evidenció la brutalidad ciega de la policía contra las personas vendedoras ambulantes, mientras que en Omán las autoridades arremetieron contra las vendedoras y vendedores ambulantes. En Uganda, donde la policía golpeó a las personas vendedoras que se negaron a despejar las calles, los defensores de derechos humanos señalaron que los derechos humanos básicos deberían constituir el pilar central de la respuesta de cualquier gobierno a la pandemia. 

El despeje de las calles, la violencia y el acoso podrían continuar después de que termine el aislamiento, teme Melody Ndawana de la Cámara de Asociaciones de la Economía Informal de Zimbabwe (ZCIEA). Melody dijo: “Pensábamos que después del periodo de aislamiento podríamos regresar a nuestros lugares de trabajo, pero ahora las autoridades locales los están destruyendo.”

Pedidos de ayuda

Muchas vendedoras y vendedores ambulantes enfrentan una pérdida casi total de clientes y manifestaron que la única forma de sobrevivir era recibir ayuda económica de sus municipios. Esta necesidad ha provocado protestas de vendedoras y vendedores ambulantes en México, GuatemalaParaguay y Colombia, en pedido de apoyo financiero por parte de sus gobiernos o protección de seguridad en sus lugares de trabajo.

Las personas vendedoras ambulantes se encuentran entre aquellas que pueden quedar excluidas de otras medidas de protección laboral. Es por esta razón que el Papa Francisco dijo que podría ser “momento de considerar un salario básico universal” en su carta de Pascuas. La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) ha contabilizado más de 200 medidas económicas en toda la región para proteger a las personas trabajadoras en empleo informal, incluidas las personas vendedoras ambulantes. Además, SudáfricaPakistánBrasil, PerúEcuadorEl Salvador e India han otorgado subsidios en efectivo o apoyo financiero. 

Victorias e innovaciones

Las personas vendedoras ambulantes y trabajadoras en empleo informal han alzado sus voces para reclamar por sus necesidades inmediatas y han logrado algunos triunfos. Se registró una victoria significativa para el sector en Sudáfrica, donde las personas comerciantes de alimentos en empleo informal recibieron luz verde para comerciar durante las medidas de aislamiento obligatorio. Esto llevó a trabajar con especialistas en salud pública para desarrollar pautas de seguridad para las personas comerciantes en empleo informal y así minimizar tanto el riesgo de contraer como de propagar la COVID-19.

También han surgido historias de solidaridad e innovación. En España, las vendedoras y vendedores ambulantes trabajaron para ayudar a entregar alimentos y suministros médicos. Y en Barcelona, las personas vendedoras ambulantes aunaron fuerzas con una empresa local de ropa para coser máscaras y delantales para las trabajadoras y trabajadores de la salud. En Malasia, las vendedoras y vendedores ambulantes propusieron formas de trabajar durante el aislamiento con un servicio de pedidos electrónicos, productos listos para retirar y empaquetados para retirar. En Washington D.C., Estados Unidos, las personas vendedoras ambulantes trabajaron junto con la ciudad y se convirtieron en embajadoras de salud pública para ayudar a contener la propagación del coronavirus. En Piura, Perú, a las personas vendedoras ambulantes y al municipio se les ocurrió una idea creativa para demarcar los espacios de venta y así permitirles comerciar mientras se mantiene el distanciamiento físico.

Impacto económico y oportunidad a largo plazo

Incluso cuando los gobiernos comiencen a levantar el aislamiento obligatorio, el impacto económico tendrá consecuencias duraderas para muchas personas. Teniendo en cuenta la advertencia del PNUD sobre la devastación económica para los países en desarrollo, lideresas y líderes africanos advirtieron que si el virus se propaga por África y las restricciones de aislamiento obligatorio se extienden durante semanas o incluso meses, puede ser inevitable sufrir un colapso económico

El impacto económico se sentirá fuertemente en el sector informal, si se consideran ejemplos como Uganda, donde el sector informal contribuye con el 50% del PIB del país. El Director General de la OIT dijo que el impacto de la COVID-19 podría provocar el equivalente a la pérdida de 195 millones de empleos y que las personas trabajadoras en empleo informal, como las recicladoras, vendedoras ambulantes y trabajadoras del hogar “no solo tienen un alto riesgo de infección por el virus, sino que también reciben un impacto directo por las medidas de aislamiento”. 

La crisis ha aumentado las desigualdades existentes, pero también es una oportunidad para “reiniciarse”. Tal como dijo António Guterres, Secretario General de la ONU, durante el lanzamiento del Informe sobre los impactos socioeconómicos de la COVID-19: “La recuperación de la crisis de COVID-19 debe conducir a una economía diferente”. 

En las ciudades, existe la oportunidad de abordar antiguos reclamos por disparidades de infraestructura (de vivienda, agua y saneamiento) para brindarles a las personas vendedoras vivienda, áreas de abastecimiento de agua y almacenamiento. Para las personas trabajadoras en empleo informal, en general, existe la oportunidad de abordar la incorporación a los sistemas de seguridad social, lo cual es necesario desde hace mucho tiempo. Las personas trabajadoras en empleo informal son ágiles y tienen muchas soluciones propias, por lo que resulta esencial trabajar conjuntamente con ellas para construir alternativas centradas en las personas y generar una nueva visión económica.

Lea más sobre las personas vendedoras ambulantes y la COVID-19 aquí

Lea una sesión de preguntas y respuestas con el equipo de Lima, Ciudad Focal de WIEGO sobre la situación de las vendedoras y vendedores ambulantes en la capital de Perú.

Foto principal: Jonathan Torgovnik/Getty Images Reportage