Cuando comenzó la pandemia de la COVID-19, Vandi Lansana sabía qué era lo que debía hacer. Como vicepresidente del Sindicato de Comerciantes de Sierra Leona a nivel nacional, ya había tenido que lidiar anteriormente con una enfermedad peligrosa, con un alto nivel de contagio: el Ébola.
Al contrario de lo que sucedió con la pandemia de la COVID-19, no se prestó mucha atención internacionalmente al virus del Ébola, que solamente se propagó dentro de los países de África Occidental de Sierra Leona, Liberia, Guinea, y más tarde, la República Democrática del Congo. Sin embargo, existen muchas similitudes y lecciones que se pueden aprender de este brote anterior, de acuerdo con lo que Vandi explica en una conversación reciente con StreetNet –una alianza internacional de organizaciones de base de vendedoras y vendedores ambulantes– en el primer webinar de la serie Las voces de las trabajadoras y trabajadores de WIEGO.
Para contener al virus del Ébola, se aislaron los epicentros de la infección e incluso se cerraron los mercados. Los distritos también se cerraron y se volvió imposible circular de un lugar al otro, lo que tuvo un impacto severo sobre el trabajo de las vendedoras y vendedores que dependían de su trabajo en otras localidades para sobrevivir. Las muertes se producían en parte como resultado de la mala información, lo que hacía que fuera difícil para las personas comerciantes comprender el virus y evitar el contagio. Más tarde, los servicios de salud desarrollaron una guía clara sobre el lavado de manos y el distanciamiento social. Mientras tanto, las personas que se dedicaban a la venta ambulante debían enfrentar el acoso por parte de la policía del mercado y otras instituciones gubernamentales mientras intentaban continuar con su trabajo para asegurar los medios de subsistencia de sus familias.
Para el Sindicato de Comerciantes de Sierra Leona (SLeTU) y sus 600 000 ambulantes fue una pesadilla. SLeTU había sido la primera organización en registrarse formalmente, en 2007, como sindicato de personas trabajadoras de la economía informal en Sierra Leona. Desde ese entonces, se ganó la confianza de sus miembros y fue esta relación fuerte la que le proporcionó al liderazgo de SLeTU la credibilidad que se requería para abordar la crisis sanitaria que sufrían las vendedoras y vendedores ambulantes bajo las restricciones impuestas. Ahora, con la COVID-19, las personas comerciantes sufrieron nuevamente como consecuencia del aislamiento y de la imposición de un toque de queda nocturno, pero ha habido un bajo número de muertes como resultado de las lecciones aprendidas del Ébola, según explica Vandi.
Se sabe que murieron siete miembros de SLeTU como consecuencia de la pandemia. Un número pequeño en comparación con lo que podría haber sucedido si no hubiesen podido aprender de la crisis del Ébola. "La experiencia con el Ébola nos ayudó a reducir la cantidad de muertes. Estamos tomando precauciones a partir de nuestra experiencia con el Ébola" expresa Vandi. Al recordar la falta de información sobre seguridad para comerciantes a medida que se propagaba el Ébola, dirigentes del SLeTU se reunieron con comerciantes ambulantes para explicarles lo que podían hacer para garantizar la seguridad propia y la de sus clientes.
Gracias al vínculo de confianza que SLeTU ha construido con sus miembros durante años y por el hecho de haber incluido varias organizaciones de comerciantes a su alcance, la dirigencia resaltó la gravedad de la pandemia y convenció a las personas comerciantes de implementar protocolos de higiene y distanciamiento. Armados con los baldes Verónica –un balde con una canilla en la parte inferior, ideal para el lavado de manos– y un mensaje bien definido, incentivaron a las personas comerciantes a que continuaran con su trabajo. También se aseguraron de que pudieran tener acceso a agua limpia para el lavado de manos, que se higienizaran las manos luego de las transacciones e incentivaron el uso de mascarillas. En los mercados de todo el país, en los que es difícil mantener medidas de distanciamiento social, los mercados se reorganizaron para que sus clientes pudieran mantener distancia, además de entrar y salir de forma segura del mercado. SLeTU también se comunicó con sus miembros a través de programas de televisión y radio. Con el apoyo por parte de las autoridades, el SLeTU diseminó su mensaje y garantizó la implementación del uso de mascarillas. Junto con otros Sindicatos de Trabajadoras y Trabajadores de la Economía Informal, SLeTU firmó un Memorándum de Entendimiento con ministerios del gobierno para trabajar conjuntamente contra la COVID-19.
Como respuesta, líderes de los distritos se mantienen en contacto sobre las novedades por WhastApp, lo que resultó ser una herramienta tecnológica esencial en un momento en el que los viajes y las reuniones presenciales no son posibles.
Se estableció un toque de queda a las 9 p. m., a medida que el virus de la COVID-19 se propagaba y para muchas personas vendedoras de comida preparada, vegetales y otros alimentos a gente que disfrutaba del entretenimiento nocturno, esta fue una decisión desastrosa. Pronto las personas comerciantes se habían quedado sin poder vender ya que las calles estaban vacías y salir de los hogares por la noche se castigaba por ley. En los distritos se estableció el aislamiento, como se había hecho durante la crisis del Ébola, lo que les impidió vender en sus lugares habituales y sus ingresos desaparecieron pronto.
Sin embargo, para ese entonces, Vandi y el SLeTU sabían lo que debían hacer. Le pidieron permiso a las autoridades locales para que transportaran comida de un distrito a otro, para evitar la escasez de comida y para que siguiera existiendo por lo menos algo de comercio. Sugirieron que solo un número mínimo de personas estuviera involucrado en el proceso, una persona conduciendo junto con otras dos personas. "Funcionó muy bien, y de esta forma evitamos la escasez de alimentos" dijo Vandi.
Ahora las y los comerciantes pueden volver a circular entre los distritos, siempre que tengan una autorización electrónica que muestre que se les otorgó permiso para circular a pesar del aislamiento. Para muchas personas trabajadoras en empleo informal sin acceso a la educación, la solicitud de dicho pase se torna complicada y SLeTU abrió sus oficinas para ayudar con el proceso de solicitud, para que puedan viajar libremente con sus bienes. Ahora, el gobierno relajó la imposición del toque de queda y lo llevó de las 9 p. m. a las 11 p. m. El volumen de las ventas, sin embargo, continúa siendo bajo debido a que el número de clientes ha disminuido.
Las mujeres comerciantes en Sierra Leona son las más vulnerables y se han visto particularmente afectadas por esta crisis. Deben lidiar con un incremento en sus tareas de cuidado, y especialmente en los casos en los que son las únicas que trabajan o son madres solteras, los medios de subsistencia de sus familias están gravemente amenazados.
El gobierno, a través del Banco Mundial, provee un subsidio en efectivo a personas vendedoras, especialmente a los pequeños comerciantes, sin embargo, Vandi aclara que abarca a menos del 25 por ciento de los comerciantes en el país, está dirigido principalmente a pequeños comerciantes en condiciones más vulnerables y es accesible solamente para un número limitado de personas por distrito. El SLeTU, en nombre de sus miembros, realiza trabajo de incidencia para ampliar el esquema, de forma que más vendedoras y vendedores, en serios problemas financieros, puedan recibir ayuda durante este tiempo difícil. Mientras tanto, están trabajando con el gobierno y otras organizaciones asociadas para intentar hacer que sus miembros puedan volver a trabajar lo antes posible.
Créditos de la foto principal: Vandi Junior Lansana (Sindicato de comerciantes de Sierra Leone) junto con Pat Horn (StreetNet) en el primer episodio de la serie de webinarios de WIEGO "La voz de las trabajadoras y trabajadores".
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