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Las industrias textiles en varios países africanos están a punto de incrementar sus exportaciones y es probable que lxs trabajadorxs en domicilio sean incluidxs, de alguna forma, en la cadena de valor. Por lo tanto, es necesario que un movimiento regional fuerte de trabajadorxs en domicilio garantice que lxs trabajadorxs se organicen en la lucha por su reconocimiento y por sus derechos laborales.

Mediante la formación de organizaciones nacionales, regionales y globales, lxs trabajadorxs en domicilio de todo el mundo se están organizando para mejorar sus medios de subsistencia y amplificar sus iniciativas en pos de su reconocimiento y por sus derechos laborales. En África, está emergiendo una red regional de trabajadorxs en domicilio a partir de la convergencia de grupos locales de trabajadorxs en Etiopía, Kenia, Sudáfrica, Tanzania y Uganda con el fin de alcanzar una mayor visibilidad y construir una voz colectiva. Se están conformando redes nacionales formales e informales con grupos de trabajo que ya se encuentran activos en Uganda, Tanzania y Kenia.

Como un primer paso en apoyo a la emergencia de una red regional africana de organizaciones de trabajadorxs en domicilio, WIEGO realizó un mapeo de organizaciones de trabajadorxs en domicilio de industrias textiles en Etiopía y Kenia. El estudio fue parte del Proyecto de Trabajadorxs en Domicilio Organizadxs para el Empoderamiento Económico de WIEGO, financiado por el Programa de Oportunidades de Trabajo para Mujeres del Ministerio de Relaciones Exteriores y de la Mancomunidad de Naciones del Reino Unido (FCDO, por sus siglas en inglés, anteriormente DFID). El objetivo de este estudio era identificar grupos u organizaciones de trabajadorxs en domicilio en las industrias textiles, como así también cualquier otra organización que apoye a lxs trabajadorxs en domicilio con el fin de documentar el modo en que estos grupos se organizan, los factores principales que lxs afectan como trabajadorxs y sus relaciones con las cadenas de suministro nacionales y mundiales del sector textil.

Trabajadorxs “invisibles”

Lxs trabajadorxs en domicilio son, por lo general, “invisibles”, dado que están ocultxs dentro de sus hogares. Llevan a cabo actividades como la costura de prendas, tejido, procesamiento de alimentos, reparación mecánica y de automóviles, y trabajos profesionales y administrativos.

Nuestro estudio de mapeo se enfocó exclusivamente en lxs trabajadorxs de las industrias textiles, diferenciándolxs en dos categorías: En primer lugar, hay trabajadorxs en domicilio autoempleadxs que compran su propia materia prima, insumos y equipamiento, pagan servicios públicos y costos de transporte y venden sus propios productos –por lo tanto, asumen ellxs mismxs los riesgos financieros de la producción–. En segundo lugar, hay muchxs trabajadorxs en domicilio que están subcontratadxs, que producen para cadenas de valor nacionales y mundiales, y a quienes se les paga por unidad –se lxs conoce como trabajadorxs en domicilio–. A fin de reducir costos y maximizar las ganancias, las empresas externalizan la producción –por lo general, a través de intermediarixs– hacia quienes trabajan desde sus hogares. Si bien lxs trabajadorxs en domicilio no tienen que pagar por las materias primas, sí se hacen cargo de los costos de producción. Aunque cada una de estas dos categorías básicas de trabajadorxs en domicilio se enfrentan a desafíos diferentes que requieren políticas específicas de intervención, muchxs de lxs trabajadorxs entran en ambas categorías en función del trabajo que esté disponible para ellxs.

Aprendizajes del mapeo de trabajadorxs en domicilio de las industrias textiles en Etiopía y Kenia

En Etiopía y Kenia, así como también en varios países en África, el concepto de trabajo en domicilio está comenzando a emerger y la mayoría de lxs trabajadorxs se ven a sí mismxs como microemprendedorxs o productorxs. Esto convierte en un desafío el mapeo de estxs trabajadorxs y de sus vínculos con las cadenas de suministro. La mayor parte de lxs microemprendedorxs en Etiopía participan en la producción de especias y de alimentos desde sus hogares o cobertizos alquilados. La mayoría de lxs trabajadorxs en domicilio son mujeres que toman a su trabajo como una extensión de sus tareas domésticas mediante las cuales pueden ganar algún dinero, ya sea para brindar apoyo a sus familias o bien complementar el ingreso familiar.

Sin embargo, esto no significa que los grupos estén desorganizados. Por lo general, están organizados como grupos autogestivos, organizaciones comunitarias y cooperativas de ahorro y de crédito. Estos grupos se organizan, principalmente, no en función de su trabajo, sino de la generación de ahorros conjuntos o la obtención de créditos internos. Conciben al gobierno como un socio para generar redes y para alcanzar sus objetivos económicos más que como un aliado en la negociación por su reconocimiento y por sus derechos laborales.

Resulta incluso más difícil hacer un seguimiento de lxs trabajadorxs en domicilio con mayor grado de vulnerabilidad, que se encuentran en el nivel más bajo de las cadenas de suministro global –y dependen de intermediarixs en varios niveles–. Al parecer, no hay una terminología local que capte adecuadamente su trabajo. No obstante, a medida que aumentan las redes nacionales, regionales y globales, los grupos locales de trabajadorxs en domicilio son cada vez más conscientes de su identidad como trabajadorxs.

Además, lxs investigadorxs comprobaron que resulta difícil hacer un seguimiento de lxs trabajadorxs y grupos autogestivos pequeños de trabajadorxs en domicilio mediante métodos de investigación formales. Hay información muy limitada sobre estos grupos y, cuando lxs trabajadorxs son entrevistadxs por investigadorxs que no conocen, son reticentes a compartir información por miedo a poner en riesgo sus medios de subsistencia. Por el contrario, resulta más fácil hacer un seguimiento de trabajadorxs o de grupos trabajadorxs en domicilio a través de redes informales.

Además, algunos actores o diseñadorxs de la economía informal han generado relaciones económicas con clientes a gran escala, mientras que lxs trabajadorxs de los niveles más bajos en la cadena dependen de estxs intermediarixs para trabajar. Revelar esta relación genera rechazo –por miedo a perderla– y, de esta manera, se protegen eficazmente estas relaciones laborales ocultas. En estas relaciones, no hay protección social o respeto por los derechos laborales básicos –una realidad que ha golpeado a lxs trabajadorxs en domicilio de manera muy dura en la crisis actual de la COVID-19–. Cuando perdieron sus fuentes de trabajo, no hubo contención social para protegerlxs.

Los resultados del estudio

En Etiopía, el estudio descubrió que, si bien existen algunas redes de trabajadorxs, estas fueron creadas principalmente para generar ahorros, brindar préstamos internos y tener ingresos asegurados –mediante el trabajo conjunto para pedidos grandes– más que para abogar por remuneraciones o cobertura sanitaria. Esto es así a pesar de que lxs trabajadorxs textiles en Etiopía cobran alrededor de 26 USD al mes, el salario más bajo del mundo en este sector. Es probable que lxs trabajadorxs en domicilio subcontratadxs (trabajadorxs en domicilio) ganen aproximadamente lo mismo que el nivel más bajo del escalafón de trabajadorxs industriales. Lxs trabajadorxs identificaron colectivamente el modo en que sus condiciones de salud se fueron deteriorando debido a la naturaleza de sus procesos de producción, pero no se organizaron en torno a ello.

Algunxs trabajadxres instalados en locales organizados por el gobierno –conocidos localmente como un “galpones”– para microempresas y empresas pequeñas nuevas, y un grupo de tejedorxs tradicionales en Adís Abeba están en un proceso de conformación de un sindicato y de una sociedad de responsabilidad limitada, respectivamente. Su objetivo es abordar de modo colectivo los problemas del mercado y los desafíos que presenta la obtención de insumos. Los miembros de la empresa suelen ser mujeres que producen desde sus hogares en los pueblos y hombres que tienen a su cargo tanto la compra de materia prima como la venta de los productos terminados en la ciudad. Los costos de la materia prima y de alquiler de los galpones son compartidos entre todos los miembros.

Previamente, en Kenia, lxs investigadorxs descubrieron que el concepto de trabajadorxs en domicilio era inexistente –lxs trabajadorxs se consideraban como productorxs del nivel más bajo de la cadena de valor– y no encontraron ninguna organización (WFTO y KEFAT, 2013). Fue solo a través de la red de la Federación por un Comercio Alternativo de Kenia (KEFAT, por sus siglas en inglés) que lxs investigadorxs de WIEGO constataron que existían algunos grupos autogestivos, asociaciones y cooperativas a modo de organizaciones de trabajadorxs en domicilio. De lxs 74 trabajadorxs en domicilio en Nairobi y Nakuru que fueron entrevistadxs como parte del estudio, más de la mitad no pertenecía a ningún grupo. Quienes sí pertenecían a un grupo, formaban parte de una organización basada en la comunidad (CBO, por sus siglas en inglés), de un grupo autogestivo (bienestar) o de un club de inversión. Si bien lxs trabajadorxs se unieron a los grupos por razones diferentes, el empoderamiento financiero y el empleo fueron las razones más importantes.

Esto demuestra que, en la actualidad, lxs trabajadorxs en Kenia y en Etiopía están preocupadxs principalmente por mejorar su situación económica. Aun así, algunos grupos están comenzando a ver las ventajas de construir una voz colectiva para llegar a las autoridades locales en torno a cuestiones diversas, que van desde el acceso a espacios comerciales hasta servicios básicos en la comunidad que facilitarían el trabajo desde sus hogares. La creación de redes interregionales y mundiales es importante para el aprendizaje y el intercambio de experiencias de estos grupos emergentes; para aprender de quienes han logrado avances significativos mediante la organización.

Aunque la cantidad de grupos de trabajadorxs en domicilio es aún pequeña, los ministerios de comercio, industria y cultura (que se ocupan de preservar y promover las habilidades tradicionales, como el tejido en Etiopía y el uso de materiales autóctonos para la artesanía en Uganda) deberían intervenir para proteger a lxs trabajadorxs en domicilio; especialmente a lxs que no están organizadxs y se encuentran, por ende, en situación de vulnerabilidad frente a la explotación.

Los principales desafíos de lxs trabajadorxs en domicilio son tener que afrontar los costos de producción y la necesidad de acceder directamente a los mercados en condiciones justas. Cuando más trabajadorxs en domicilio en África se den cuenta de que también son trabajadorxs, estarán en mejores condiciones para organizarse para obtener reconocimiento, derechos laborales y protección social.