Mike Rogan y Laura Alfers de WIEGO discuten acerca de cómo la pandemia ha subrayado la importancia de la protección social y los servicios públicos para garantizar los medios de vida de las mujeres y los hombres que trabajan en la economía informal, mientras WIEGO se prepara para participar en la Conferencia Internacional del Trabajo donde se debatirán estos temas.
Lxs trabajadorxs de la economía informal suelen ser consideradxs como "el sector intermedio olvidado" en lo relativo a la protección social: se ven imposibilitadxs de contribuir regularmente a los planes de seguridad social debido a sus bajos ingresos, y además son excluidxs de los programas de redes de protección dirigidos a las personas más vulnerables por el hecho de tener un trabajo. Este 61% de la población activa mundial fue el más afectado por la pandemia. Un estudio de WIEGO sobre la COVID-19 muestra que en abril de 2020, cuando la mayoría de los países y ciudades estaban confinados, se perdió el 80% de los ingresos de estxs trabajadorxs, muchxs de lxs cuales vivían por debajo del umbral de pobreza nacional de sus países antes de la pandemia, lo cual es nada menos que catastrófico.
A mediados de 2020, estxs trabajadorxs seguían ganando un 45% menos que antes de la pandemia. Una vez más, es muy importante recordar que en ese entonces ganaban alrededor del umbral de la pobreza, lo cual sigue siendo una gran preocupación.
Pero la respuesta a la COVID-19 ha tenido un aspecto positivo: por fin se está empezando a ver un reconocimiento mayor de la necesidad de que la protección social cubra a lxs trabajadorxs en empleo informal. A medida que los confinamientos se extendían por todo el mundo, se hizo evidente que lxs trabajadorxs sin ningún tipo de seguro social o acceso a subsidios en efectivo no iban a poder quedarse en casa, lo que socavaría todo el propósito de los cierres. Esto puso claramente de manifiesto la importancia de garantizar que la protección social se extienda a este grupo y muchos gobiernos actuaron en consecuencia. Ahora, existe la oportunidad de aprovechar estas medidas de alivio para garantizar la protección social universal.
Según el Banco Mundial, se iniciaron unas 1400 nuevas medidas de protección social en respuesta a la crisis y un número no despreciable de ellas intentaba alcanzar a lxs trabajadorxs en empleo informal. Sin embargo, los resultados del estudio de WIEGO muestran que, cuando se observa el alcance real de esos programas, menos de la mitad de lxs encuestadxs declararon haber recibido ayuda en las ciudades donde los gobiernos anunciaron medidas de alivio. E incluso en los casos en que dichas personas recibieron dinero en efectivo para alimentos u otro tipo de ayuda, en la mayoría de las ciudades esto no tuvo un impacto significativo en los niveles de seguridad alimentaria reportados. Lxs trabajadorxs seguían pasando hambre en sus hogares a un nivel similar al de quienes no la recibieron.
Hubo algunas excepciones: en dos de las ciudades indias, Ahmedabad y Delhi, vimos que quienes recibieron ayuda alimentaria tenían niveles más bajos de seguridad alimentaria reportada.
Las organizaciones de trabajadorxs en empleo informal han desempeñado –y siguen desempeñando– diferentes papeles en las medidas de alivio: desde la participación en la consulta y el diálogo para garantizar que los esfuerzos de asistencia lleguen realmente a lxs trabajadorxs en empleo informal, hasta la prestación de apoyo en la selección e identificación de lxs beneficiarixs. Las organizaciones populares también suelen prestar servicios esenciales que amplifican el impacto de las medidas de protección social, especialmente a través de la prestación de asistencia en el último tramo, asegurando la conexión entre las prestaciones y lxs beneficiarixs, trabajando para establecer conexiones más efectivas entre las personas representadas y las prestaciones ofrecidas, y facilitando el acceso a la ayuda.
Uno de los primeros ejemplos que vimos fue en Tailandia, donde el Estado anunció prestaciones para lxs trabajadorxs en empleo informal, pero el proceso de solicitud era en línea y muchxs de los miembros de HomeNet Tailandia de avanzada edad tuvieron dificultades al utilizar la tecnología para solicitarlas. La organización trabajó arduamente para garantizar que estxs trabajadorxs pudieran solicitar las prestaciones, asistiéndolxs para registrarse en línea.
Hay al menos dos cosas que podrían hacer los gobiernos para apoyar a estas organizaciones populares que brindan un apoyo tan fundamental. Las conexiones existentes entre el Estado y las organizaciones populares se basan en la confianza, que lleva años construir pero, una vez que se tiene, puede ser una forma realmente eficaz de movilizar los esfuerzos de ayuda en todo el Estado y la sociedad. Una de las cosas que hay que hacer es institucionalizar la consulta, el compromiso y el diálogo: un foro regular para el compromiso entre el Estado y las organizaciones populares sobre lo que se necesita. Esto es crucial para generar confianza. En segundo lugar, es necesaria la elaboración de un presupuesto para apoyar los servicios de último tramo a través de programas de protección social, como forma de garantizar que el trabajo realizado por las organizaciones populares no sea un trabajo no remunerado y que se considere vital para la implementación de la protección social.
También tenemos que examinar más de cerca la forma en que se han establecido las protecciones sociales, con trabajadorxs de la economía informal dejadxs al margen. Debemos adoptar criterios de contribución más flexibles que reflejen la capacidad de lxs trabajadorxs de la economía informal. Los servicios públicos de calidad, como la sanidad y el cuidado infantil, también son absolutamente cruciales para proteger los ingresos, especialmente los de las mujeres: los niveles de ingresos a mediados de 2020 seguían siendo mucho más bajos para lxs trabajadorxs que declararon un aumento en el trabajo de cuidados, tal era el caso especialmente con las mujeres.
Es importante tomar impulso en este momento de la historia, en el que nuestros sistemas de protección de lxs trabajadorxs se han quedado tan cortos, sobre todo teniendo en cuenta que muchos de los mecanismos, como los planes de licencias, las prestaciones de seguro de desempleo y los planes de contingencia de trabajo en domicilio sólo están vinculados a una minoría de trabajadorxs en el mundo. Esas tres cosas no se aplican a quienes trabajan en empleo informal, quienes han sido principalmente abandonadxs a su suerte. Muchxs de ellxs quedaron al margen y, sin los ingresos diarios con los que sobreviven, tuvieron que recurrir a sus ahorros y tardarán muchos años en recuperarse. Si pudiéramos diseñar sistemas que no excluyan a la mayoría de lxs trabajadorxs, la economía mundial estaría en una mejor posición para recuperarse de este tipo de contratiempos en el futuro.
Lea estos dos análisis de políticas, que incluyen la información a la que se hace referencia en este artículo. La Triple Crisis: Impacto de la COVID-19 en las responsabilidades de cuidado, el trabajo remunerado y los ingresos de las personas trabajadoras en empleo informal y Las personas trabajadoras en empleo informal y la respuesta de protección social a la COVID-19: ¿Quién recibió medidas de alivio? ¿Cómo? ¿Marcaron la diferencia?
Este blog está basado en una conversación entre Mike Rogan, Director Interino del Programa de Políticas Urbanas, Laura Alfers, Directora del Programa de Protección Social de WIEGO, y Cyrus Afshar, Oficial de Protección Social dentro del programa de Protección Social de WIEGO, en el Podcast de Protección Social de WIEGO, del cual Cyrus es anfitrión. Escuche el episodio del podcast aquí.
Foto: Abena Konadu trabaja como comerciante en el mercado de la estación Tema Lorry en Accra. Antes de la COVID-19, ganaba entre 200 y 300 cedis por sus ventas diarias, pero ahora, por la crisis, gana menos de 100 cedis por día. Créditos: WIEGO
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