Los llamamientos para renovar el contrato social han proliferado en los últimos años, a medida que la relación “estándar” empleador-empleadx ha dejado de ser la norma, si bien persisten las formas tradicionales de empleo informal y hay un aumento en la informalización de los trabajos que solían ser formales. Sin embargo, existe un desfasaje a nivel mundial entre los modelos tradicionales de contratos sociales basados en un supuesto de empleo pleno (masculino y formal) y el mundo laboral actual en el que lxs trabajadorxs en empleo informal, tanto autónomxs como asalariadxs, representan más del 60% de la fuerza de trabajo mundial. ¿El llamamiento a un nuevo contrato social puede realmente ayudar a lograr mayor reconocimiento e igualdad de condiciones para lxs trabajadorxs en empleo informal?
En 2018, la OIT publicó las primeras estimaciones mundiales de empleo informal, que mostraban que el 61% de la fuerza de trabajo mundial (2 mil millones de trabajadorxs) tiene un empleo informal. Es decir, no reciben protección social ni beneficios laborales a través de sus trabajos. La incidencia del empleo informal varía según los niveles de ingresos del país: desde 90% de la fuerza de trabajo total en los países en desarrollo hasta 67% en las economías emergentes y 18% en los países desarrollados. Sin embargo, los modelos tradicionales de contrato social se basan en las relaciones Estado-ciudadanx y capital-trabajo, que pertenecen a los países desarrollados donde la mayoría de lxs trabajadorxs son empleadxs asalariadxs formales. A medida que los mercados laborales evolucionan mucho más allá de los límites de las relaciones reconocidas entre empleadorxs y empleadxs y las reglamentaciones laborales establecidas, lxs trabajadorxs en empleo informal de todo el mundo están redefiniendo activamente el significado de "trabajadorxs" como agentes económicos activos.
Consideremos el ejemplo icónico de lxs trabajadorxs independientes y urbanxs en empleo informal: lxs vendedorxs ambulantes. El modelo estándar de oferta y demanda del mercado laboral no funciona para ellxs, ya que la demanda de su trabajo surge a partir de la demanda de los bienes que venden. Además, las reglamentaciones laborales no tienen mucha relevancia, ya que la mayoría de ellxs no son ni empleadxs ni empleadorxs. Lo que más necesitan lxs vendedorxs ambulantes es el derecho a vender en espacios públicos cerca de estaciones de tren y ómnibus, escuelas y hospitales, parques, sitios de construcción y otras áreas donde haya un flujo constante de peatones (clientes potenciales). Las reglamentaciones que resultan más relevantes para los vendedores ambulantes son las de la ciudad (especialmente los planes maestros, las ordenanzas de la ciudad y las reglamentaciones de zonificación que determinan quién puede hacer qué y dónde.
Lo que sugiere el ejemplo de lxs vendedorxs ambulantes es que la relación estado-trabajo es particularmente relevante para lxs trabajadorxs independientes y urbanxs en empleo informal, y que la relación a nivel local del estado resulta especialmente importante. El rol del capital no queda relegado, sino que opera de forma indirecta a través de la relación estado-capital, más que a través de la relación empleador-empleadx, para determinar las condiciones de trabajo de lxs trabajadorxs independientes urbanxs. Los gobiernos municipales a menudo privatizan el espacio público al permitir que lxs desarrolladorxs inmobiliarixs utilicen terrenos públicos, reduciendo así la cantidad de espacio público disponible en buenas ubicaciones para la venta ambulante. Lo mismo puede decirse de lxs recicladorxs en empleo informal que se ganan la vida recolectando, clasificando y recuperando los materiales reciclables de los desechos. La forma en que la ciudad decide gestionar los residuos sólidos determina si lxs recicladorxs pueden recoger dichos residuos (que representan la materia prima de la que depende su sustento) y dónde pueden recogerlos. Cuando una ciudad decide privatizar la gestión de residuos y firma contratos con empresas privadas de recolección de basura a las que se les paga por la cantidad de residuos que recogen y transportan a vertederos, rellenos sanitarios o incineradores, la cantidad de residuos que lxs recicladorxs pueden recoger, o incluso clasificar, se ve gravemente disminuida. En resumen, tanto las relaciones Estado-trabajo como Estado-capital son de vital importancia para lxs trabajadorxs independientes en empleo informal, mientras que la relación capital-trabajo resulta más esencial para aquellxs que tienen un empleo asalariado, tanto formal como informal.
La pandemia de COVID-19 y las restricciones asociadas a ella han socavado o destruido los medios de subsistencia de la mayoría de lxs trabajadorxs en empleo informal y han puesto de manifiesto las desigualdades y desventajas que enfrentaban previo a COVID. Asimismo, han quedado expuestas y exacerbadas las fallas en los sistemas preexistentes de protección jurídica y social, y en los sistemas de desarrollo económico y planificación urbana. De aquí en adelante, la respuesta a la pandemia de COVID-19 debe basarse en un nuevo contrato social que respete los derechos y libertades de todxs, y que garantice la igualdad de perspectivas y oportunidades para todxs, tal como pidió el Secretario General de la ONU en su conferencia sobre Nelson Mandela en julio de 2020.
Lxs trabajadorxs en empleo informal deben ser un eje central del nuevo contrato social, ya que existe una clara superposición entre trabajar en un empleo informal y vivir en la pobreza: la mayoría de lxs trabajadorxs en empleo informal provienen de hogares pobres; y la mayoría de lxs trabajadorxs de hogares pobres tienen un empleo informal. El único grupo de trabajadorxs en empleo informal que no se encuentran en situación de pobreza, en promedio, son lxs empleadorxs que poseen y operan empresas en la economía informal, pero representan solo el 2% de la fuerza de trabajo informal a nivel mundial. Entre la fuerza de trabajo informal, las mujeres tienen menor probabilidad que los hombres de ser empleadoras, mayor probabilidad de ser trabajadoras que contribuyen con un negocio familiar o con una granja familiar y mayor probabilidad de trabajar en hogares privados (como trabajadoras en domicilio en sus propios hogares o como trabajadoras del hogar en los hogares de otras personas). La comunidad mundial no puede reducir adecuadamente la pobreza o la desigualdad sin abordar las desigualdades y limitaciones que enfrentan lxs trabajadorxs en situación de pobreza, tanto mujeres como hombres, dentro de la economía informal.
El contenido de un nuevo contrato social para trabajadorxs en empleo informal puede clasificarse en cuatro “P”:
- Protección: brindarles a lxs trabajadorxs en empleo informal protección social contra contingencias esenciales en común y riesgos colectivos contemporáneos, tales como pandemias de salud y desastres ambientales; y protección legal contra prácticas perjudiciales por parte del Estado y de lxs dueñxs del capital.
- Promoción: promover los medios de subsistencia de la economía informal, valorándolos e integrándolos en los planes de desarrollo económico a nivel nacional y local.
- Provisión: proporcionarles a lxs trabajadorxs en empleo informal servicios públicos (salud, educación y vivienda), infraestructura básica y servicios de transporte en el hogar y en los lugares de trabajo.
- Participación: invitar a las organizaciones de trabajadorxs en empleo informal a enviar a sus líderes representativos a participar de los procesos relevantes de formulación de políticas y reglamentaciones.
Finalmente, una cuestión esencial para el enfoque de las 4P hacia un nuevo contrato social para lxs trabajadorxs en empleo informal es la necesidad de reconocer a lxs trabajadorxs en empleo informal como ‘trabajadorxs’ (agentes económicos legítimos) e incluirlxs en las plataformas relevantes de diálogo social, así como en los procesos de formulación de políticas y reglamentaciones.
Sophie Plagerson es profesora adjunta visitante, Centro para el Desarrollo Social en África, Universidad de Johannesburgo
Este blog apareció por primera vez en el blog “Development Matters” de la OCDE
Crédito por la foto: Marty Chen
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