Una trabajadora en domicilio en Tailandia
Foto: Una trabajadora en domicilio en Tailandia (foto provista por HomeNet Tailandia) 

Lxs trabajadorxs en domicilio que producen bienes y servicios para los mercados locales o para compradores nacionales e internacionales han trabajado desde siempre en aislamiento y su trabajo ha sido permanentemente invisibilizado. Sin embargo, la crisis de la COVID-19 generó nuevos desafíos que han dejado a millones de personas en situaciones desesperantes.

Lxs trabajadorxs subcontratadxs en domicilio fueron excluidxs de las cadenas globales de suministro

Lxs trabajadorxs en domicilio que están subcontratadxs por cadenas de suministro nacionales e internacionales (generalmente denominadxs trabajadorxs en domicilio) no recibieron pedidos o los pedidos habituales no se han renovado por meses.

Tanto en el sur de Asia como en el Sudeste Asiático, por ejemplo, en donde millones de mujeres trabajan a destajo para marcas nacionales e internacionales, el trabajo comenzó a disminuir en enero ante el miedo a la propagación del virus. Dado que muchas de las materias primas que utilizan estxs trabajadorxs proceden de China, al principio de la crisis mundial no pudieron abastecerse o tuvieron que pagar más por los insumos. Esto afectó tanto a quienes producen prendas como a quienes ensamblan productos electrónicos, juegos y otros productos.

Ahora, tanto HomeNet del Sur de Asia (HNSA) como HomeNet del Sudeste Asiático (HNSEA) informan que los pedidos se han frenado. Muchos de sus miembros recurrieron al trabajo del hogar para obtener ingresos, pero los cierres decretados por el gobierno en la región implicaron que no pudieran tener acceso a ningún tipo de ingreso.

"Lxs trabajadorxs en domicilio son lxs últimxs en beneficiarse de cualquier ayuda de las marcas, fabricantes o gobiernos", dijo Janhavi Dave, de HNSA, a Anuradha Nagaraj en este artículo de la Fundación Thomson Reuters. "Muchxs no han cobrado desde febrero y no esperan tener trabajo durante al menos seis meses más".

Lxs trabajadorxs en domicilio de todo el mundo se han organizado y exigen que los gobiernos les proporcionen el mismo respaldo que a lox demás trabajadorxs:

En India, al igual que en otros lugares, la abrupta implementación de medidas de aislamiento social obligatorio implicó que no hubiera tiempo para conseguir materiales para hacer cualquier trabajo, y aunque ese gobierno haya prometido ayuda de emergencia a lxs trabajadorxs en empleo informal, lxs trabajadorxs en domicilio no están incluidxs en los paquetes de ayuda de emergencia de la mayoría de los países asiáticos (Camboya, Laos y Nepal están ofreciendo facturas de electricidad reducidas a los hogares en situación de pobreza).

La excepción es Tailandia. En este país, los miembros y socixs de la Red WIEGO entablaron relaciones con el gobierno, con el apoyo de las alianzas y los medios de comunicación, y solicitaron medidas de emergencia. El gobierno anunció un paquete que incluye subsidios en efectivo de 5.000 Bhat (cerca del 50% del salario mínimo) para ayudar a lxs casi 3,7 millones de trabajadorxs en domicilio de Tailandia; sin embargo, es posible que no todxs cumplan los requisitos establecidos para acceder a esta ayuda. HomeNet Tailandia y la Federación de Trabajadorxs de la Economía Informal están asistiendo a lxs trabajadorxs para que presenten sus solicitudes. El paquete también incluye préstamos con tasas de interés más bajas.

Trabajadorxs textiles

En una declaración conjunta, WIEGO, Asia Floor Wage Alliance (AFWA), HNSA y HNSEA hicieron un llamado a las marcas para que extiendan una contribución de auxilio por COVID-19 para todxs lxs trabajadorxs textiles de las cadenas de suministro mientras dure la crisis de la COVID-19. La crisis ha puesto de manifiesto la magnitud de la informalidad y de los niveles de subcontratación, en particular de lxs trabajadorxs en domicilio, que sostienen las cadenas mundiales de suministro de vestimentas. Lxs trabajadorxs en domicilio no han recibido pagos por los trabajos ya realizados antes del comienzo del aislamiento social obligatorio, y como son lxs trabajadorxs más vulnerables de la cadena, afrontan dificultades extremas.

Se calcula que unxs 60 millones de trabajadorxs de todo el mundo, establecidxs en su país y en fábricas, confeccionan prendas para empresas de confección locales e internacionales. Ellxs son lxs más afectadxs por las medidas de aislamiento impuestas, los cierres fronterizos y las interrupciones en la cadena de suministro.

En Vietnam, por ejemplo, lxs trabajadorxs textiles indican que han perdido pedidos de Europa. Un artículo de The Guardian denuncia las catastróficas cancelaciones para lxs trabajadorxs del sector textil en Bangladesh: “Más de una cuarta parte de lxs 4 millones de trabajadorxs textiles del país ya han perdido sus puestos de trabajo o han sido despedidxs sin remuneración debido a las cancelaciones de pedidos o a la negativa de las marcas a pagar por los envíos cancelados."

Lxs trabajadorxs que se dedican a la exportación de prendas en Bangladesh y en otros lugares engloban no solo a lxs trabajadorxs asalariadxs en las fábricas, sino también a lxs trabajadorxs subcontratadxs en sus propios domicilios. Sin embargo, los artículos y las estadísticas sobre lxs trabajadorxs textiles no suelen tener en cuenta a las lxs trabajadorxs subcontratadxs en domicilio que trabajan para dicho sector.

Invitada a escribir en un blog para Ethical Trading Initiative, Janhavi Dave de HomeNet del Sur de Asia examina lo que deberían hacer las marcas locales y mundiales para proteger a lxs trabajadorxs en domicilio, la columna vertebral de la industria textil.

Más:

Lxs trabajadorxs independientes en domicilio pierden mercados

Lxs trabajadorxs en domicilio que trabajan de manera independiente tampoco tienen ingresos debido al aislamiento social obligatorio. No pueden encontrarse con sus clientes o, incluso, en países como Filipinas, donde el aislamiento es absoluto, no pueden salir a comprar productos básicos como alimentos.

Además, muchxs no pudieron generar reservas de materia prima antes de que se implementaran las medidas de aislamiento, ya sea por falta de tiempo, de espacio o por no disponer del efectivo para hacerlo. Esto les impide aprovechar este tiempo de aislamiento para acumular productos que puedan vender una vez que se ponga fin a estas medidas.

En muchos países de África, lxs trabajadorxs en domicilio pertenecen a grupos autogestivos o cooperativas que dependen de los pedidos estables de marcas y de empresas sociales. Actualmente, las cooperativas en África informan que los pedidos se han interrumpido. En Uganda, lxs trabajadorxs en domicilio indican que los pedidos disminuyeron constantemente desde principios de 2020, especialmente los destinados a los mercados de exportación. Lxs clientxs ya han manifestado que es posible que no haya más pedidos en lo que queda de año. En Kenia se ha detenido toda producción para el mercado de la exportación, incluso la de cestas de sisal, a pesar de haber pedidos pendientes, debido a las restricciones que impiden el proceso de producción colectiva.

Solidaridad y adaptabilidad

Lxs trabajadorxs en domicilio organizadxs están demostrando los beneficios que ofrece la solidaridad.

En Etiopía, lxs trabajadorxs en domicilio organizadxs han creado un grupo de acción para sensibilizar y formar a sus miembros en materia de prevención. La organización Mujeres en Autoempleo (WISE) está aumentando la distribución de alimentos básicos y productos sanitarios que el gobierno ofrece a los hogares más vulnerables entre sus 19 000 miembros de cooperativas de crédito y ahorro.

En Uganda, los grupos que cuentan con iniciativas de ahorro conjuntas pudieron utilizar los ahorros que tenían para abastecerse de productos básicos cuando se anunció el aislamiento social obligatorio. La solidaridad que existe entre los miembros les permite compartir los ahorros y las reservas de productos para ayudar a quienes más los necesitan.

En Bulgaria, lxs trabajadorxs en domicilio adoptaron una estrategia que es muy utilizada: enviaron sus reivindicaciones a lxs funcionarixs acompañadas de sus mercancías como regalos, para recordarle al gobierno lo importantes que son sus productos para la gente, para la economía local y para las tradiciones. Y funcionó.

El Consejo de Ministros, el presidente y lxs intendentxs de los municipios acordaron concederles préstamos sin intereses y otras ayudas. Conozca más en este blog sobre innovaciones y adaptaciones de lxs trabajadorxs en domicilio.

Aprovechar los conocimientos para confeccionar equipos de emergencia esenciales

Una trabajadora en domicilio uruguaya cosiendo una mascarilla
Lxs trabajadorxs en domicilio en Uruguay están cosiendo mascarillas para la policía y otrxs trabajadorxs esenciales. Foto cortesía del Sindicato Único de la Aguja
Diagrama de las mascarillas cosidas en Uruguay
Diagrama de las mascarillas cosidas en Uruguay

Algunxs trabajadorxs en domicilio han sacado provecho de la crisis de la COVID-19 y han convertido sus valiosas habilidades de costura en una ayuda para la supervivencia de otras personas.

En Uruguay, por ejemplo, el Sindicato Único de la Aguja, que organiza a lxs trabajadorxs en domicilio, recibió un pedido de 30 000 mascarillas del sindicato de policías a mediados de marzo. A partir de ese momento se expandieron, comenzaron a confeccionar mascarillas para otros sectores y el gobierno continúa añadiendo pedidos.

En Kenia, el uso de mascarillas es obligatorio, lo cual incrementa su demanda. Lxs trabajadorxs en domicilio con las habilidades necesarias están produciendo mascarillas para el mercado informal.

En India, SEWA Mahila Housing Trust contrató a trabajadorxs en domicilio para que fabriquen mascarillas quirúrgicas y batas médicas para ayudar al sector médico en sus labores de asistencia.

En Etiopía, lxs trabajadorxs en domicilio están obteniendo pedidos del sistema de salud público y de ONG para fabricar mascarillas.

En Camboya, lxs trabajadorxs en domicilio están produciendo mascarillas y utilizando las redes sociales, como Facebook, para vender sus productos.

Otras organizaciones también han conseguido contratos para coser equipamientos de protección personal. El grupo de trabajo de HomeNet Internacional (HNI) ahora agregó una reivindicación en su pliego a los gobiernos, en la cual solicita que lxs trabajadorxs en domicilio puedan ser contratadxs por los gobiernos nacionales para que, con sus habilidades, puedan ayudar a otras personas y, a su vez, obtener los ingresos que necesitan para afrontar esta crisis.

Espacios reducidos y mayores presiones

A pesar de estar acostumbradxs a trabajar desde sus hogares, lxs trabajadorxs en domicilio están enfrentadon desafíos adicionales. Cuando el hogar es también el lugar de trabajo, y este es muy pequeño y está abarrotado, las nuevas políticas de confinamiento implementadas como consecuencia de la COVID-19 implican que incluso quienes tienen trabajo deban ocuparse de los usos y usuarixs que compiten por el mismo lugar de trabajo.

Muchxs trabajadorxs en domicilio viven en espacios muy pequeños, de uno o dos ambientes, y conviven con muchos miembros de la familia. A menudo, estos se encuentran en barrios periféricos o en asentamientos informales donde la infraestructura básica (agua corriente y saneamiento, drenaje y electricidad) es inadecuada o inexistente. En el mejor de los casos, esto representa un desafío; en el peor, significa que deben intentar producir en condiciones inevitables de hacinamiento e insalubridad.

La mayoría de lxs trabajadorxs en domicilio son mujeres que tienen que hacer frente a demandas adicionales en su tiempo para las tareas domésticas, la cocina y el cuidado infantil cuando todos los miembros de la familia están en el hogar. Y como las escuelas y guarderías están cerradas en gran parte del mundo, ese trabajo no tiene descanso.

Los riesgos para la salud también proliferan en esos espacios reducidos. Si el trabajo produce partículas de aire dañinas o humos nocivos, lxs trabajadorxs en domicilio y sus familias no pueden escapar al exterior.