Hoy, 28 de abril, se conmemora el Día Mundial de la Seguridad y Salud en el Trabajo. El tema oficial del 2023 celebra la adopción de la seguridad y la salud en el trabajo como un principio fundamental y un derecho en el trabajo, y se centra en el rol de lxs trabajadorxs que se organizan para abogar por el acceso a las garantías de seguridad y salud en el trabajo.


Lxs trabajadorxs en empleo informal ganan ingresos para que ellxs y sus familias puedan vivir dignamente. Sin embargo, a menudo, están expuestxs a ambientes laborales que implican riesgos inherentes para su seguridad y su salud. Como se vio en las distintas fases de la pandemia de la COVID-19 todavía en curso, las trabajadoras del hogar han padecido jornadas de trabajo más largas transportando cargas pesadas, lxs vendedorxs ambulantes han enfrentado un escaso acceso al agua, lxs recicladorxs han estado expuestxs a residuos peligrosos sin el equipo de protección individual necesario y lxs trabajadorxs en domicilio han seguido careciendo del acceso vital a las vacunas contra la COVID-19.

Las provisiones de salud y seguridad del trabajo (como el equipo de protección, la seguridad eléctrica y contra incendios, las herramientas ergonómicas, las vacunas y el acceso a estaciones de saneamiento) son vitales para lxs trabajadorxs en empleo informal, en especial debido a que las enfermedades y lesiones causadas por la falta de dichas provisiones con frecuencia impactan seriamente en los medios de sustento de lxs trabajadorxs.

WIEGO ha participado en esfuerzos colaborativos de investigación para describir y cuantificar la carga financiera impuesta sobre lxs trabajadorxs que enfrentan riesgos para su salud y seguridad. Un estudio realizado en colaboración con el Instituto Internacional para el Medio Ambiente y el Desarrollo (IIED) reveló que lxs vendedorxs ambulantes en Nakuru (Kenia) debían gastar aproximadamente el 20 % de sus propios ingresos para conseguir agua limpia y potable y para acceder a instalaciones sanitarias, mientras que lxs vendedorxs en Durban (Sudáfrica) gastaban hasta el 12 % de sus ingresos. Pero esta falta de provisiones de salud y seguridad del trabajo básicas no solo reduce los ingresos de lxs trabajadorxs de manera directa. La necesidad de conseguir su propia agua e instalaciones sanitarias también ha incidido en el tiempo de lxs vendedorxs, ha puesto en riesgo su salud y la salud del público y ha facilitado que sean marginalizadxs por el público general, las fuerzas policiales y el Estado, lo que compromete aún más los medios de sustento de lxs trabajadorxs.

Lxs trabajadorxs de todo el mundo se han endeudado debido a la necesidad de pagar de su bolsillo los tratamientos de enfermedades y lesiones que han empeorado, o han sido causadas, por sus condiciones laborales, puesto que la cobertura sanitaria se ha vuelto cada vez más inasequible. Según una serie de encuestras realizadas en colaboración con la Federación Internacional de Trabajadoras del Hogar (FITH), alrededor de la mitad de las trabajadoras del hogar encuestadas en Madhya Pradesh (India) informaron que su enfermedad o lesión más reciente estaba relacionada con el trabajo y que la mayoría no había recibido ningún ingreso mientras buscaban tratamiento para recuperarse. El 70 % de sus contrapartes en Nagaland (India) también informó haber tenido que pedir un préstamo para pagar su tratamiento. Asimismo, una encuesta distinta realizada en colaboración con HomeNet Camboya ha mostrado que, entre lxs artesanxs en domicilio en Camboya, los gastos sanitarios han sido el motivo más común por el que lxs trabajadorxs se endeudaron.

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La falta de provisiones de salud y seguridad laboral junto con un acceso escaso generalizado a la atención médica pone en riesgo la salud y los medios de sustento de lxs trabajadorxs, pero también es posible que tengan un impacto determinado por el género: debido al hecho de que las mujeres están concentradas en las formas más vulnerables de trabajo informal, la ausencia de protecciones claves solo termina incrementando los riesgos. Las medidas de ahorro inminentes para reducir los gastos de los gobiernos en atención médica y en servicios públicos de salud preventiva (como el agua y el saneamiento, la educación, la vivienda y el transporte) también buscan exacerbar aún más la situación actual.

Pero lxs trabajadorxs están luchando.

Las victorias recientes en las bases prueban que es posible exigirles a lxs empleadorxs y al Estado que creen lugares de trabajo saludables y seguros, usando la salud como una herramienta clave de construcción de movimiento. El Sindicato Sudafricano de Servicios Domésticos y Afines (SADSAWU) y el Sindicato de Trabajadoras Domésticas de Sudáfrica (UDWOSA) desafiaron éxitosamente al gobierno de Sudáfrica para asegurarse de que las trabajadoras domésticas y sus familias pudieran exigir indemnización por accidentes, enfermedades o muerte en los lugares de trabajo como parte de la Ley N° 130 de Indemnización por lesiones y enfermedades profesionales de 1993 (COIDA). Esta importante inclusión de las trabajadoras del hogar de Sudáfrica dentro de la legislación también implica que sus empleadorxs están obligadxs legalmente a contribuir a un fondo de indemnización a favor de ellas a la vez que brindan y mantienen un ambiente laboral seguro dentro de las casas particulares que no ponga en riesgo la salud de las trabajadoras. Además, lxs trabajadorxs de la Cámara de Asociaciones de Economía Informal de Zimbabwe (ZCIEA) firmaron un Memorándum de Entendimiento con la Municipalidad de Masvingo, que les brindará acceso a sanitarios y otras infraestructuras, promoviendo así lugares de trabajo informales saludables y seguros.

En este Día Mundial de la Seguridad y Salud en el trabajo, nos solidarizamos con lxs trabajadorxs en empleo informal del mundo que soportan el peso de los riesgos para su salud y su medio de sustento. Lloramos y recordamos a quienes han perdido sus vidas en lugares de trabajo desprotegidos. Y, finalmente, apoyamos inexorablemente a quienes siguen luchando para garantizar la responsabilidad y para asegurar su derecho a la salud y la dignidad.


Foto de arriba: Susan, trabajadora del hogar, en la casa de sus empleadorxs. Debido a la pandemia, sus empleadorxs de 19 años podían pagarle a tiempo completo. En vez de eso, contrataron a Susan un día a la semana. Créditos: Sharon McKinnon y Melissa Bolton