Todas y todos hemos visto imágenes al respecto: enormes montículos de basura con hombres y mujeres hurgando entre los desechos. Esta difícil situación ha aumentado la presión internacional respecto de los problemas ambientales y de salud pública de estos peligrosos sitios. A diferencia de los rellenos sanitarios, los vertederos a cielo abierto no están diseñados para proteger el medio ambiente y la salud humana.
Sin embargo, existe un gran problema: la solución a los vertederos no suele contemplar el hecho de que estos son esenciales para la supervivencia económica de las recicladoras y recicladores de todo el mundo. Estas personas trabajadoras, verdaderas expertas en el tema, ganan allí su sustento diario e introducen nuestros residuos en la cadena de reciclaje global.
Una crisis socioambiental sin precedentes
Los vertederos a cielo abierto son la forma más frecuente de eliminación de residuos en el Sur global. Las personas trabajadoras de estos sumideros de residuos están sometidas a condiciones sanitarias deplorables. Un informe de Human Rights Watch (Observatorio de Derechos Humanos), “As if You Are Inhaling Your Death – The Health Risks of Burning Waste in Lebanon” [Como si estuvieses inhalando tu muerte: los riesgos sanitarios por la quema de residuos en el Líbano] investiga el impacto tanto en la salud de las recicladoras y recicladores como en las comunidades que rodean los vertederos. El informe se centra explícitamente en la eliminación inadecuada de residuos y en los riesgos a los que están expuestas las personas trabajadoras y de la comunidad. Asimismo, resalta la necesidad de aplicar los principios establecidos en los tratados internacionales de derechos humanos.
Estamos inmersos en una crisis socioambiental sin precedentes: enfrentamos, por un lado, los desafíos de luchar contra la pobreza y, por el otro, los efectos del accionar humano que socavan el equilibrio natural. Esto involucra una parte de nuestras responsabilidades éticas, que abarcan no solo las relaciones entre seres humanos y el bienestar colectivo, sino también nuestra relación con la biosfera.
Esta creciente preocupación por el cambio climático ha llevado a los municipios a tomar decisiones radicales, como cerrar definitivamente los vertederos a cielo abierto. Muy a menudo, los gobiernos municipales se asociaron con otros actores que tuviesen un interés económico al respecto, incluyendo el Banco Mundial y empresas privadas de residuos, para la adopción de nuevos sistemas de residuos sólidos, tales como las tecnologías de conversión de residuos en energía.
Estamos inmersos en una crisis socioambiental sin precedentes.
Sin embargo, esta historia también tiene otra cara: el derecho a trabajar, uno de los derechos humanos fundamentales. Cerrar vertederos a cielo abierto sin ofrecer una alternativa laboral es una violación de este derecho humano básico.
¿Cómo podemos conciliar todos los derechos fundamentales: el derecho a un medioambiente saludable, a la salud pública y al trabajo? Para comenzar, necesitamos articular un debate sobre derechos humanos, ciudadanía, salud pública y sostenibilidad en el que las personas recicladoras estén incluidas. Las organizaciones de base de recicladoras y recicladores informales tienen una visión del desarrollo sostenible que combina la protección del medioambiente y de los medios de subsistencia, y su punto de vista debe ser incorporado al proceso de una manera más sistemática.
Un monitoreo de la situación de derechos humanos de las personas recicladoras
Desde 2017, WIEGO ha estado monitoreando las condiciones de derechos humanos de las personas recicladoras. Este monitoreo se ha llevado a cabo en el marco de un proyecto llamado “Protegiendo los derechos humanos de las recicladoras y recicladores en América Latina”, cuyo objetivo es contribuir a mejorar las condiciones de trabajo de las personas recicladoras a través de una perspectiva de derechos humanos y tratar de tener incidencia en el marco legal sobre residuos sólidos para proteger sus derechos. Asimismo, el proyecto apunta a facilitar el proceso de presentación de quejas sobre violaciones a los derechos humanos ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.
Esta creciente preocupación por el cambio climático ha llevado a los municipios a tomar decisiones radicales, como cerrar definitivamente los vertederos a cielo abierto. Muy a menudo, los gobiernos municipales se asociaron con otros actores que tuviesen un interés económico al respecto, incluyendo el Banco Mundial y empresas privadas de residuos, para la adopción de nuevos sistemas de residuos sólidos, tales como las tecnologías de conversión de residuos en energía.
Los informes de seis ciudades que participan del proyecto muestran numerosas violaciones, que incluyen el derecho al trabajo y a los medios de subsistencia de las personas recicladoras que trabajan en vertederos a cielo abierto en las ciudades de Managua, Nicaragua; Santiago de Los Calleros, República Dominicana; Ciudad de México, México; y Ciudad de Guatemala, Guatemala, entre otras. A estas trabajadoras y trabajadores se les negó el acceso a los vertederos, sin ofrecerles un trabajo alternativo ni alentar la creación e implementación de asociaciones y cooperativas, lo que les hubiera permitido reinsertarse en la fuerza laboral a corto o mediano plazo.
Otro aspecto de las violaciones de los derechos humanos en el trabajo en vertederos a cielo abierto tiene que ver con las condiciones sanitarias y los riesgos para la salud, especialmente porque estas personas trabajadoras están expuestas a situaciones que pueden aumentar la morbilidad, contaminar tanto el suelo como el agua y aumentar las intoxicaciones y accidentes laborales debido al manejo de residuos.
Hacia el cambio
Si bien es extremadamente importante pasar de vertederos a cielo abierto a rellenos sanitarios por razones ambientales, sanitarias y de derechos humanos, uno de los principios básicos para hacerlo es contar con alternativas viables para las recicladoras y recicladores como parte integral del plan de residuos sólidos.
Un ejemplo de camino a seguir proviene de Brasil. WIEGO formó parte de un comité de monitoreo internacional que supervisó el cierre del Vertedero Estrutural en Brasilia, la capital de Brasil. En dicha ciudad, se diseñó un plan para la protección de medios de subsistencia con el objetivo de abordar los medios de subsistencia de las personas recicladoras. Desde el programa de Ciudades Focales, WIEGO también está monitoreando otros procesos, tales como el Vertedero de Kpone en Accra, Ghana, y el Vertedero de Mbeubess en Dakar, Senegal.
Si bien es extremadamente importante pasar de vertederos a cielo abierto a rellenos sanitarios por razones ambientales, sanitarias y de derechos humanos, uno de los principios básicos para hacerlo es contar con alternativas viables para las recicladoras y recicladores como parte integral del plan de residuos sólidos.
Al eliminar los vertederos a cielo abierto, se deberían evaluar los impactos negativos en los medios de subsistencia de las personas recicladoras y ofrecer las medidas de mitigación adecuadas. Se debería reemplazar cualquier actividad suprimida por otra de al menos igual valor. Por ejemplo, los municipios pueden integrar a las recicladores y recicladores mediante la recolección puerta a puerta de materiales reciclables, entre otras actividades generadoras de ingresos, tal como lo hicieron en Pune, India, y Bogotá, Colombia.
Un futuro equilibrado
Hemos comprendido que la supervivencia humana depende de nuestros esfuerzos para cuidar tanto el planeta como los derechos humanos y el bienestar de todas las personas. Cabe recordar el imperativo moral formulado por el filósofo alemán Hans Jonas, bajo el “imperativo de responsabilidad”: “Actuar de forma que los efectos de tu acto sean compatibles con la permanencia de una vida humana genuina”.
La existencia de mano de obra humana en vertederos a cielo abierto ejemplifica un doble llamado a la responsabilidad: para con las personas recicladoras y para con la naturaleza. Estos dos imperativos están intrínsecamente vinculados y siempre se debería abordar uno en relación con el otro. Si no se abordan los riesgos que representan los vertederos a cielo abierto, tanto para la naturaleza como para la salud humana, y no se protegen los medios de subsistencia durante el proceso, ambos factores se vuelven amenazas igualmente peligrosas para los derechos humanos.
Foto principal: recicladoras y recicladores del vertedero de Kpone, en Accra, enfrentan un futuro incierto, pero se han organizado para plantear sus preocupaciones a los funcionarios. Crédito: D. Saffron.
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