La retórica de una pandemia de COVID-19 atenuada minimiza los distintos riesgos de higiene y seguridad en el trabajo que lxs trabajadorxs en empleo informal de todo el mundo todavía enfrentan. La crisis económica y sanitaria mundial, combinada con las constantes restricciones locales y nacionales por COVID-19, las deficiencias en las respuestas de la salud pública y la falta de un apoyo económico y de una infraestructura significativos, aún tiene un efecto importante en la salud física y mental y el bienestar de lxs trabajadorxs.
Según los hallazgos de la segunda fase del Estudio sobre la crisis de la COVID-19 y la economía informal de WIEGO (en el que se encuestó a miles de trabajadorxs en ciudades de Asia, África y América a mediados del 2021) los riesgos de higiene y seguridad en el trabajo asociados con el empleo informal han aumentado durante la pandemia.
La COVID-19 se considera cada vez más una enfermedad laboral, moldeada por condiciones de trabajo precarias. En nuestro estudio, recicladorxs, vendedorxs ambulantes, comerciantes de mercado y trabajadoras del hogar informaron estar expuestxs a la COVID-19 en su lugar de trabajo, con altos índices de infección. Por ejemplo, en Lima, Perú, que ha sufrido la tasa de mortalidad por COVID-19 más alta del mundo, casi el 50% de lxs trabajadorxs encuestadxs informaron haber dado positivo en un test de coronavirus.
Muchxs trabajadorxs también informaron no tener acceso a agua en sus lugares de trabajo, una herramienta clave para prevenir la transmisión de enfermedades a través del lavado de manos y la descontaminación. Este hallazgo fue aún más dramático para lxs trabajadorxs que operan en espacios públicos. Más del 90% de lxs vendedorxs ambulantes y de mercado encuestadxs en Delhi, India, y el 82% de sus colegas en Durban, Sudáfrica, expresaron que no tienen acceso a agua durante su trabajo. Esto demuestra una mejora mínima o nula de las condiciones laborales desde el inicio (y durante las primeras etapas) de la pandemia.
La mayor inseguridad financiera y las significativas reducciones en los ingresos debido al impacto económico de la pandemia han dejado a lxs trabajadorxs sin otra opción más que la de continuar trabajando en ambientes precarios para ganarse la vida. Más del 40% de lxs recicladorxs informaron un aumento en la exposición a residuos médicos, incluidxs más del 60% de todxs lxs recicladorxs encuestadxs que trabajan en ciudades de África Occidental. En otros lugares, las condiciones económicas han impulsado a lxs recicladorxs a adoptar prácticas peligrosas cuando clasifican materiales contaminados (aunque potencialmente rentables). Un reciclador de Delhi describe la situación:
Algunos residuos vienen separados en otra bolsa … luego [lxs recicladorxs] se enteraron que son de una persona que tiene COVID … Entonces les dijeron que así es como estamos desechando los residuos de una persona con COVID. Pero cuando lxs recicladorxs vieron esa bolsa (o cuando la bolsa se abrió sola) se dieron cuenta de que el material de embalaje es muy costoso, así que sacaron todos esos materiales … incluso luego de enterarse de que eran de una persona con COVID. Y con eso intentaron ganarse la vida — Reciclador, Delhi.
Las turbulencias económicas también han generado aún más riesgos laborales para lxs trabajadorxs en comparación con etapas previas de la pandemia (tales como jornadas laborales más largas, trabajo físico cada vez más pesado y un aumento de los factores de estrés mental). Esto ha sido especialmente cierto en el caso de las trabajadoras del hogar residentes (una forma de trabajo fuertemente feminizada) y de lxs trabajadorxs que viven en lugares que sufrieron graves olas de COVID-19, como la Ciudad de México y Lima. Al mismo tiempo, las preocupaciones por la salud fueron la causa más común de los días de trabajo perdidos (y de menos oportunidades para llevar ingresos al hogar) entre lxs encuestadxs.
La carga de una mala provisión de higiene y seguridad laboral en los lugares de empleo informal se exacerba aún más por el bajo acceso a atención médica: muchxs trabajadorxs encuestadxs detallaron sus dificultades para pagar de su bolsillo la atención médica de rutina y de emergencia, su imposibilidad de acceder a testeos de COVID-19 y el estigma y la discriminación sufridas en las instalaciones sanitarias debido a su ocupación o estatus socio-económico.
A pesar de estas injusticias, lxs trabajadorxs han seguido movilizándose para luchar por higiene y seguridad en sus lugares de trabajo. Han mantenido altos índices de uso de equipos de
Como observó una persona recicladora en Accra, Ghana, la movilización de lxs trabajadorxs ha ayudado a que lxs trabajadorxs cambien sus prácticas de higiene y seguridad y ha recalcado la importancia de la prevención, ya que “nuestra educación sigue creciendo sobre cómo protegernos y ahora vemos que … nadie entre nuestrxs miembros contrae el virus, eso significa que la capacitación que les brindamos también está ayudando”.
Figura 1. Uso de equipos de protección individual (EPI), por porcentaje de trabajadorxs encuestadxs en distintas ciudades, a mediados de 2021.
Las organizaciones de trabajadorxs también tienen un rol activo en el abordaje de los bajos índices de vacunación contra la COVID-19 ya que comparten con sus miembros información accesible y precisa sobre la importancia de vacunarse.
Aun así, lxs trabajadorxs en empleo informal no deberían necesitar ser autosuficientes para garantizar lugares de trabajo saludables y seguros y no deberían verse obligadxs a asumir toda la carga y los riesgos asociados con la distribución de sus bienes y servicios.
El tema del Día Mundial de la Seguridad y la Salud en el Trabajo de este año es el diálogo social y la participación; la Organización Internacional del Trabajo (OIT) señaló que una cultura de apoyo de higiene y seguridad en el trabajo “está construida sobre la inclusión, a través del involucramiento significativo de todas las partes en la continua mejora de la seguridad y la salud en el trabajo”. Hace tiempo que WIEGO promueve la importancia de la participación de lxs trabajadorxs en la provisión de higiene y seguridad en el trabajo (el tema del Día Mundial de la Seguridad y la Salud en el Trabajo de este año) y ayuda a facilitar negociaciones entre las organizaciones de trabajadorxs y las autoridades locales y municipales sobre asuntos de higiene y seguridad.
Lxs trabajadorxs encuestadxs en nuestro estudio expresaron sus demandas para que los gobiernos locales implementen lugares de trabajo más seguros para lxs trabajadorxs, incluida la reorganización y regulación de los espacios de mercados para minimizar la transmisión de COVID-19 y proteger la salud de lxs vendedorxs ambulantes y de mercado y del público general. Más allá de eso, las organizaciones de trabajadorxs han tenido éxito al abogar por un mayor acceso a la vacunación COVID-19 en el ámbito local y nacional. Por ejemplo, una cooperativa de recicladorxs de Brasil consiguió el reconocimiento legal de su trabajo esencial, lo que permitió incluirlxs en los grupos prioritarios para la vacunación, y un sindicato de trabajadoras del hogar en Argentina negoció con autoridades provinciales para facilitar a sus miembros el registro en la vacunación.
Lxs trabajadorxs, sin embargo, todavía están sobreexpuestxs a (y poco protegidxs contra) los riesgos de higiene y seguridad en el trabajo. Las persistentes barreras estructurales en las respuestas generales de salud pública (que incluyen la provisión de EPP, acceso a agua limpia y saneamiento y vacunación contra la COVID-19) sigue marginalizando a muchxs trabajadorxs en empleo informal.
Debemos amplificar sus demandas de que se respeten sus derechos a la salud y a la justicia económica. Debemos asegurarnos de que lxs trabajadorxs puedan acercarse a aquellxs en el poder, para que marquen el camino creando soluciones que cubran sus necesidades urgente y apropiadamente. Y debemos seguir solidarizándonos con ellxs más allá de las fronteras.