¿Quiénes son las personas trabajadoras en domicilio?Las personas trabajadoras en domicilio producen bienes o servicios en su casa o en cerca de ella para mercados locales, nacionales o internacionales. Realizan trabajos en un amplio rango de industrias: desde ensamblar microelectrónica y brindar servicios informáticos a producir y finalizar textiles y prendas de vestir.
A nivel mundial, hay 260 millones de personas trabajadoras en domicilio. El trabajo en domicilio representa una parte significativa del empleo total en algunos países, especialmente en Asia. Casi 147 millones de mujeres en el mundo pertenecen a este grupo ocupacional, lo que significa que es una importante fuente de empleo para ellas.
En todos los sectores industriales, el trabajo en domicilio es un fenómeno mundial que sigue creciendo. Sin embargo, aunque esta inmensa población ocupada es vital para muchas cadenas de suministro, estas personas suelen ser ignoradas.
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Definir a las personas trabajadoras en domicilio
Hay dos tipos de personas trabajadoras en domicilio:
- Las personas trabajadoras en domicilio independientes compran su propia materia prima, sus provisiones y sus herramientas, y cubren los gastos de los servicios públicos y el transporte. Suelen vender sus bienes y servicios a nivel local, pero a veces se los venden a mercados internacionales. La mayoría no contrata a otras personas, pero es posible que haya personas trabajadoras familiares auxiliares trabajando a su lado. Asumen todos los riesgos de ser operadoras independientes.
- Las personas trabajadoras en domicilio subcontratadas (también llamadas personas contratistas dependientes en domicilio o tercerizadas de la industria) están contratadas por personas emprendedoras individuales, fábricas o empresas, muchas veces mediante una persona intermediaria. Puede que las personas no sepan para qué empresa trabajan o dónde se venderán los bienes que producen. Se las remunera generalmente por pieza y no son ellas las que venden el producto terminado. Si bien es posible que reciban la materia prima, tienen que cubrir muchos costos de producción: el lugar de trabajo, las herramientas, la electricidad y los suministros.
Nota: Aunque el trabajo en domicilio existe en todo el mundo, en las regiones desarrolladas, las personas trabajadoras en domicilio suelen ser profesionales independientes o que hacen teletrabajo, mientras que en las regiones emergentes o en vías de desarrollo, es más probable que sean autoempleadas, contratistas dependientes o familiares auxiliares involucradas en tareas más laboriosas.
Retos y avancesEstadísticas sobre las personas trabajadoras en domicilio
WIEGO ha elaborado notas estadísticas que brindan información sobre los números, los acuerdos de trabajo y las características de las personas trabajadoras en domicilio. Una nota estadística basada en datos de la OIT de más de 100 países brinda estadísticas a nivel mundial, regional y subregional sobre este grupo ocupacional. Una serie de notas estadísticas de cuatro países de Asia del Sur presenta información detallada sobre este sector a nivel nacional, urbano y rural. Además, otra serie de notas estadísticas sobre toda la población que trabaja en empleo informal en muchos países contiene información sobre las personas trabajadoras en domicilio a nivel nacional, urbano y en la ciudad.
Contabilizar a esta población ocupada invisible
Ha habido mejoras significativas en los métodos estadísticos y los lineamientos para contabilizar a las personas trabajadoras en domicilio. El Programa de Estadísticas de WIEGO ha elaborado lineamientos para las estimaciones sobre las personas trabajadoras en domicilio y otros grupos de personas trabajadoras en empleo informal. Para desarrollar una imagen estadística del sector es necesario recolectar información sobre el lugar de trabajo, la situación de empleo, el tipo de contrato y los métodos de pago.
En 2018, la 20.a Conferencia Internacional de Estadísticos del Trabajo tomó importantes medidas para mejorar los datos del sector, en particular para las personas trabajadoras en domicilio subcontratadas al aprobar la nueva Clasificación Internacional de la Situación de Empleo (CISE-18). La CISE-18 introdujo una nueva categoría en la clasificación: contratistas dependientes.
A pesar de estos avances, sigue habiendo desafíos a la hora de recopilar datos fiables. Algunos países no incluyen la pregunta sobre el “lugar de trabajo” en las Encuestas de Población Activa (EPA) y los censos de la población; esta pregunta es fundamental para determinar quiénes son personas trabajadoras en domicilio. Y muchas veces, las personas que encuestan no están capacitadas para clasificar a este grupo ocupacional, por lo que suelen añadirlas a la lista de quienes hacen tareas del hogar (no remuneradas). Incluso las mismas personas trabajadoras en domicilio pueden no percibirse como ni mencionar que son “trabajadoras”. Esto se ve principalmente en las trabajadoras del sector.
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260 millones
A nivel mundial, 260 millones de mujeres y hombres producen bienes o proveen servicios desde o alrededor de sus hogares.
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57%
de las personas trabajadoras en domicilio del mundo son mujeres.
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65%
Casi dos tercios (65 %) de las personas trabajadoras en domicilio del mundo viven en Asia y el Pacífico.
Estadísticas adicionales sobre personas trabajadoras en domicilio
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224 millones (86 %) están en países emergentes o en vías de desarrollo, y 35 millones (14 %) están en países desarrollados.
Hay más trabajadoras (57 %) que trabajadores (43 %) en domicilio en el mundo. La proporción de mujeres y hombres en el sector varía de acuerdo con el grupo de ingresos del país. En los países emergentes y en vías de desarrollo, la proporción de mujeres y hombres es similar a la proporción mundial: 58 % de trabajadoras frente al 42 % de trabajadores. Pero en los países desarrollados hay un pequeño porcentaje mayor de hombres que de mujeres, la diferencia se debe a que en Europa los trabajadores en domicilio representan un 58 % y las trabajadoras del sector, un 42 %.
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En Tailandia, casi el 10 % de la población ocupada, unos 3,7 millones de personas, trabajaban en domicilio en 2017. La mayoría son mujeres, y más del 70 % trabaja en empleo informal.
En Bangladés, los 10,6 millones de personas trabajadoras en domicilio (Encuesta de Población Activa, 2016/2017) representaban el 17 % del empleo total.
En India hay más de 74 millones de personas trabajadoras en domicilio (44 millones de mujeres y 30 millones de hombres), lo que representa el 14 % del empleo total, y el 29 % del empleo de las mujeres y el 8 % del empleo de los hombres.
En Pakistán, el número de personas trabajadoras en domicilio aumentó de 3,6 millones en 2013/2014 a 4,4 millones en 2017/2018, pero su proporción respecto del empleo total de este grupo ocupacional se mantuvo en 7 %. El número de trabajadoras en el sector aumentó, y el número de trabajadores, disminuyó.
Contribución de las personas trabajadoras en domicilio
El Estudio de Monitoreo de la Economía Informal (EMEI) brinda reflexiones críticas sobre la contribución del sector a sus hogares, a la sociedad y a la economía.
Las personas trabajadoras en domicilio son agentes económicos que generan demanda a través de la compra de suministros, materia prima y herramientas. Las independientes le ofrecen al público bienes y servicios a precios bajos. Pagan impuestos sobre la materia prima, los suministros y las herramientas que compran, y pagan por los servicios de transporte e infraestructura básica. Sus ingresos impiden que sus hogares caigan en la pobreza extrema. Y, como trabajan desde sus hogares, pueden cuidar a las infancias y a las personas mayores, lo que hace que sean una pieza importante para la cohesión social de sus comunidades y familias. También su huella de carbono es menor que la de otras personas trabajadoras porque no suelen trasladarse cotidianamente y si lo hacen, caminan o utilizan bicicletas o transporte público.
Este grupo ocupacional también se relaciona con empresas formales porque les compran suministros, les venden bienes o producen como parte de su cadena de suministro. Estas empresas luego venden los bienes terminados, y les suelen añadir impuestos sobre las ventas, lo que aporta a los fondos públicos.
Fuerzas motoras y condiciones de trabajo
Las personas trabajadoras en domicilio se encuentran en todos los sectores de la economía y a lo largo y ancho de las regiones geográficas y los grupos de ingresos del país, pero su situación de empleo, ocupación y los desafíos que afrontan varían de acuerdo con el grupo de ingresos del país.
En los países emergentes y en vías de desarrollo, es más probable que las personas de este sector sean independientes, trabajadoras industriales tercerizadas o trabajadoras familiares auxiliares. El 83 % de todo este grupo ocupacional en las regiones emergentes y en vías de desarrollo (donde es más prominente el trabajo en domicilio) está involucrado en “ventas y servicios” o “artesanías y comercio”. Son ocupaciones laboriosas, como procesar alimentos o producir textiles y calzado, e incluyen trabajo eléctrico y electrónico y del sector de la construcción.
En los países desarrollados, las personas trabajadoras en domicilio tienen más posibilidades de ser empleadas, profesionales independientes o trabajadoras de plataformas digitales. En estas regiones, el trabajo directivo, de oficina y más calificado, como el relativo a la tecnología de la información, las telecomunicaciones, el telemarketing y el asesoramiento técnico, debe realizarse en domicilio. Las personas trabajadoras de plataformas digitales que trabajan desde sus hogares están repartidas por todos los grupos de ingresos de los países.
A pesar de que las personas trabajadoras en domicilio comparten un lugar de trabajo común, los desafíos que afrontan en los países desarrollados son diferentes a los de los países emergentes o en vías de desarrollo. Los desafíos que se detallan a continuación están presentes principalmente en los países emergentes o en vías de desarrollo.
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A pesar de las estadísticas recientes demuestran que 260 millones de personas hacen trabajos en domicilio para ganarse la vida, las personas formuladoras de políticas públicas suelen pasar por alto a esta población cuando diseñan políticas, reglamentaciones o servicios. Las encuestas de población activa y los censos no siempre incluyen preguntas sobre el “lugar de trabajo”, que le darían mayor visibilidad a esta forma de trabajo y habilitarían un mayor entendimiento del sector gracias a información más precisa. El resultado es que la mayoría de las personas trabajadoras en domicilio subcontratadas no están contempladas en la ley de trabajo o empleo, la mayoría de las personas trabajadoras en domicilio independientes no están contempladas por el derecho comercial que regula los contratos y las transacciones, y en los hogares que también son lugares de trabajo suelen faltar servicios básicos de infraestructura. Además, las personas diseñadoras de políticas públicas no entienden qué tan grande es el impacto de las tendencias económicas en este grupo ocupacional. Las personas trabajadoras en domicilio suelen quedar aisladas de otras personas trabajadoras del sector, lo que limita su habilidad como individuos para negociar en el mercado precios más favorables y el trabajo a destajo, o para negociar con el Gobierno los servicios básicos de infraestructura y transporte.
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Hay varios factores, como la necesidad económica, que llevan a muchas personas a trabajar en domicilio. Los ingresos de las personas trabajadoras en domicilio tienen un rol fundamental a la hora de cubrir las necesidades básicas de un hogar.
Sin embargo, esta población gana, en promedio, ingresos muy bajos, principalmente las personas subcontratadas que cobran por pieza y dependen de contratistas o intermediarios para los pedidos de trabajo y los pagos.
La nota estadística de WIEGO sobre el trabajo en domicilio a nivel mundial demostró que aquellas personas en países emergentes o en vías de desarrollo solían trabajar más horas que aquellas en países desarrollados. De hecho, mientras solo el 15 % de las mujeres y el 28 % de los hombres en los países desarrollados trabajaban 49 horas o más por semana, en los países en vías de desarrollo, el 31 % de las mujeres y el 44 % de los hombres trabajaban esa cantidad de horas. En los países emergentes, los porcentajes eran aún más altos, 32 % y 54 % respectivamente. (Es importante destacar que la información solo estudiaba el trabajo remunerado; en la mayoría de las instancias las mujeres también se ocupan del cuidado infantil y las responsabilidades domésticas).
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Hay más trabajadoras que trabajadores en domicilio en el mundo: el 57 % son mujeres. Las mujeres realizan trabajo en domicilio por razones como la falta de capacitación formal para trabajar en el sector formal, la falta de apoyo para el cuidado infantil, y las limitaciones sociales y culturales para la movilidad. Se suele argumentar que, en las megaciudades, la demanda del tiempo de las mujeres, para el cuidado infantil y actividades afines como retirar las raciones de alimentos o acceder a servicios básicos como agua, reduce su participación en la esfera económica. En estos contextos, el trabajo en domicilio brinda una fuente vital de ingresos para las mujeres y sus familias.
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Para las personas trabajadoras en domicilio, su hogar funciona también como lugar de trabajo, por lo tanto, es un bien esencial productivo. Esto significa que las viviendas inadecuadas y la infraestructura deficiente es uno de los principales desafíos que impacta en su salud, sus ingresos y su productividad.
Una casa pequeña obstaculiza la productividad dado que la persona no puede aceptar grandes pedidos porque no puede almacenar materia prima, y no puede trabajar constantemente si hay necesidades contrapuestas de usar el espacio para otras actividades y miembros del hogar. Además, la salud y la seguridad en el trabajo son un asunto crítico para esta población, un ejemplo son los riesgos ergonómicos en torno a la postura perjudicial de sentarse en el suelo o en mesas muy bajitas.
Los riesgos relativos a los servicios urbanos que tienen un precio respecto de la salud y la productividad de las personas trabajadoras en domicilio incluyen problemas de aguas residuales, desagües abiertos o inexistentes, y una gestión deficiente de residuos. Asimismo, el tiempo que invierten las personas trabajadoras recogiendo agua o desechando basura es tiempo que no pueden aprovechar para sus actividades de mercado.
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La vida y el trabajo de las personas trabajadoras en domicilio reciben un gran impacto de las políticas, los planes y las prácticas de la ciudad, pero estas no suelen estar diseñadas para apoyar y proteger a los hogares como lugares de trabajo ni a las mismas personas del sector. Muchos Gobiernos municipales no reconocen que muchas de las actividades económicas productivas se llevan a cabo en hogares privados, y que la mayoría de los asentamientos precarios o irregulares, y muchos hogares informales son lugares de producción y distribución. La planificación y las políticas urbanas tradicionales parten de una base de entendimiento binario del hogar y el lugar de trabajo. Esta lectura tradicional de las personas planificadoras que contempla una separación estricta del espacio de residencia y el de trabajo se ve estructuralmente cuestionada por los hogares que también son espacios de trabajo. Es imprescindible que la planificación de las ciudades integre todos los espacios informales de trabajo para apoyar la economía del trabajo en espacios domésticos.
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Las restricciones de la COVID-19 llevaron a un aumento drástico del trabajo desde el hogar. Las personas trabajadoras que solían trasladarse a una oficina, tanto profesionales como oficinistas, comenzaron a trabajar desde su hogar utilizando las tecnologías de información y comunicación (TIC). Pero las personas trabajadoras independientes o contratistas dependientes en domicilio, así como las familiares auxiliares que dependen de ellas para trabajar, vieron una gran pérdida de trabajo durante la COVID-19 y se quedaron sin ingresos durante meses.
Un estudio dirigido por WIEGO sobre el impacto de la COVID-19 demostró que la mayoría de las personas trabajadoras en domicilio eran las menos capaces de trabajar durante el aislamiento y las restricciones estrictas en abril de 2020, y las que más tiempo necesitaron para recuperarse a mediados de 2020, en comparación con las trabajadoras del hogar, las personas vendedoras ambulantes y de mercado, y las personas recicladoras de la muestra. La COVID-19 no fue la primera crisis que afectó de golpe a este grupo ocupacional. La crisis económica mundial que comenzó en 2008 les dificultó ganarse la vida a las personas trabajadoras en domicilio debido a interrupciones en las cadenas de valor a nivel mundial y al aumento de la competencia. La actual crisis del costo de vida ha remarcado problemas que dejó en evidencia la COVID-19, como la reducción de la demanda de los servicios de este grupo ocupacional, el aumento en el costo de la materia prima y la inconsistencia de los pedidos de trabajo.
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Muchas empresas multinacionales ubicadas en el norte global tercerizan la producción a fábricas o a personas trabajadoras en domicilio subcontratadas distribuidas en diferentes países. El nexo entre las personas y la empresa a cargo suele ser a través de personas proveedoras y sus contratistas, y, por lo tanto, es una zona gris. Lo que puede dificultar negociar las tarifas o recibir el pago por trabajos terminados.
Políticas y programas
Los cambios estructurales son necesarios para abordar la falta de reconocimiento de las personas trabajadoras en domicilio como trabajadoras y su exclusión de las políticas y la planificación. Un punto de partida importante es que los Gobiernos nacionales reconozcan y promuevan el trabajo en domicilio como trabajo, y garanticen que sus derechos están protegidos mediate leyes y regulaciones laborales relevantes. A su vez, los Gobiernos locales también pueden tomar cartas en el asunto y redefinir su noción sobre qué es un lugar de trabajo, y garantizar que las personas trabajadoras en domicilio tengan acceso a infraestructura básica, mejores viviendas y que sus organizaciones participen de los procesos de planificación urbana. Para el cambio estructural es clave proteger el derecho de este grupo ocupacional a organizarse y asegurarles que tienen un lugar en la mesa cada vez que se determinan políticas y programas que afectan su vida.
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Se aprobó un Convenio sobre el trabajo a domicilio (C177) en la Conferencia Internacional del Trabajo en 1996. El C177 les exige a las políticas nacionales promover la igualdad de trato entre las personas trabajadoras en domicilio subcontratadas y otras asalariadas. También especifica áreas en las que debería promoverse la igualdad de trato, como en las estadísticas sobre la población activa.
Las organizaciones de personas trabajadoras en domicilio están haciendo un trabajo de incidencia en todo el mundo para que los Gobiernos nacionales ratifiquen e implementen el C177. Pero luego de más de 20 años, solo 10 países lo ratificaron. Sin embargo, algunos han adoptado legislación nacional para proteger al sector. Las redes regionales e internacionales de organizaciones de personas trabajadoras en domicilio y sus afiliados continúan la lucha por el trabajo decente.
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Aprobada en 2017, la guía de Diligencia Debida de la OCDE para cadenas de suministro responsables en el sector textil y del calzado es un marco fundamental que describe cómo las empresas pueden identificar y prevenir daños relativos a los derechos humanos y a los riesgos laborales, ambientales y de integridad en sus propias operaciones y en sus cadenas de suministro. Negociado entre empresas, sindicatos y la sociedad civil, el documento contiene lineamientos para abordar varias áreas de riesgo en el sector textil y de calzado, e incluye un módulo independiente sobre las personas trabajadoras en domicilio subcontratadas. Este módulo dirigido a marcas, personas compradoras y manufactureras explica cómo mitigar la violación de los derechos de las personas trabajadoras en domicilio subcontratadas, e incluye disposiciones que las reconocen como una parte “intrínseca” de la cadena de suministros textil y del calzado, y también reconoce su derecho a recibir el mismo trato que las personas trabajadoras industriales y su derecho a sindicalizarse.
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Muchos países han adoptado leyes y políticas nacionales que reconocen y protegen a las personas trabajadoras en domicilio subcontratadas. HomeNet Tailandia, con el apoyo de WIEGO y otros socios, llevó a cabo una campaña durante más de una década por la protección legislativa para el sector y se basó en el Convenio 177, Tanto la Ley de Protección de las Personas Trabajadoras en Domicilio Subcontratadas (Homeworkers Protection Act, B.E.2553) como la política sobre protección social entraron en vigencia en Tailandia en 2011. La ley exige que se les paguen salarios justos a las personas que terminan en su hogar el trabajo para una empresa industrial en su hogar, y esto incluye pagarles la misma remuneración a hombres y mujeres que hacen el mismo trabajo
En Pakistán, las personas trabajadoras en domicilio se organizaron durante casi dos décadas en la lucha por una legislación que las contemplara. La Ley de las Personas Trabajadoras en Domicilio de Sindh de 2018 es la primera pieza legislativa en el Sur de Asia exclusiva para este grupo poblacional y contempla el derecho a sindicalizarse y a negociar colectivamente, a la protección social, y a acceder a los mecanismos de resolución de conflictos.
Luego de décadas de campaña para mejorar la vida laboral de las personas trabajadoras tercerizadas en la industria textil, de la vestimenta y el calzado en manos de sindicatos, aliados y las mismas personas trabajadoras, el Gobierno de Australia aprobó la Reforma a la Ley del Trabajo Justo (Industria textil, de la vestimenta y del calzado) en 2012.
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La Asociación de Mujeres Autoempleadas (SEWA) ha mejorado las condiciones de las personas trabajadoras en domicilio representando a este sector en consejos tripartitos junto al Gobierno y a representantes de la parte empleadora. A lo largo de las últimas cuatro décadas, el trabajo de incidencia en torno a las políticas ha logrado que se incluya en los esquemas estatales de la Ley del Salario Mínimo a diferentes áreas del trabajo a domicilio, como a las personas costureras, las que enrolan bidi (cigarrillos) y las trabajadoras de agarbatti (inciensos). Y esta decisión ha mejorado sus ingresos. También, las leyes como la Ley del Fondo de Bienestar de Cigarrillos y Cigarros, implementada en la década del 80, ofrece programas de seguridad social como del cuidado de la salud, del cuidado infantil y viviendas para las personas trabajadoras en domicilio.
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Las personas trabajadoras en domicilio necesitan mejores viviendas, una infraestructura adecuada y mayor visibilidad en las políticas. A nivel local, WIEGO mapeó el trabajo en domicilio en Delhi y lo que significaba para la planificación y las políticas en la ciudad. El objetivo era encontrar, acompañar y documentar reglamentaciones urbanas, diseños de viviendas y asentamientos, y planificación urbana que mejoraran los medios de subsistencia, con la intención de apoyar a las organizaciones del sector en su trabajo de incidencia y sus intervenciones, al igual que con personas arquitectas, diseñadoras y planificadoras urbanas comprometidas con las prácticas inclusivas. Junto a la organización Social Design Collaborative, el mapeo brinda perspectivas sobre la tipología de los asentamientos, la densidad de las formas de construcción y dónde están ubicados los proveedores y vendedores más cercanos respecto a las personas trabajadoras en domicilio.
Se puede aprender mucho más de las organizaciones de personas trabajadoras: El Fideicomiso de Vivienda (SEWA) Mahila trabaja para mejorar la calidad de las viviendas en los asentamientos informales de las ciudades de India a través de su estrategia múltiple para mejorar el entorno físico, incorporar en los planes y políticas de la ciudad las necesidades del sector y promover la eficiencia energética y la resiliencia frente al cambio climático.
Organización y voz
HomeNet Internacional, una red internacional de organizaciones de base de miembros que representa a las personas trabajadoras en domicilio se fundó en 2021, y representó un hito importantísimo que le dio voz y visibilidad a nivel mundial al sector. Representa a más de 1,2 millones de personas trabajadoras en domicilio de 75 organizaciones a lo largo de 33 países.
Organizar a este grupo ocupacional puede ser un desafío muy grande porque trabajan de manera muy aislada. A pesar de eso, se han creado cada vez más organizaciones y redes a nivel nacional y regional, como HomeNet del Sur de Asia, HomeNet del Sureste de Asia y otras. Cuando las personas trabajadoras en domicilio se organizan y construyen una voz colectiva, crece su habilidad para negociar. Algunas de ellas también colectivizan sus actividades económicas armando cooperativas.
Las demandas fundamentales de las personas organizadas del sector incluyen el acceso a la protección social y al cuidado infantil; tener asegurada la tenencia de su vivienda y servicios asequibles de agua y electricidad como apoyo a sus actividades productivas; una planificación urbana inclusiva y normas de zonificación que permitan el uso mixto de los espacios; y un ambiente de trabajo seguro y propicio. Para las personas trabajadoras en domicilio subcontratadas en las cadenas de suministro, las demandas también incluyen que los pedidos de trabajo sean regulares y las tasas de remuneración del trabajo a destajo sean justas, y la demanda más importante es que la empresa principal se haga responsable por las condiciones de trabajo dentro de su cadena de suministro. Y las personas trabajadoras independientes necesitan apoyo para acceder a los mercados y a precios justos.