Organización y voz
Las personas trabajadoras textiles, especialmente aquellas en domicilio involucradas en la producción de prendas, tienen escaso o nulo poder de negociación. Puede suceder que consigan pedidos a través de una persona intermediaria y no tengan contacto con la empleadora principal. La persona intermediaria puede, también ella, tener poco poder.
La mayoría de las personas trabajadoras textiles no están organizadas. En las zonas ligadas a la exportación, las fábricas textiles por lo general no permiten los sindicatos. Y esto no es nuevo. La evidencia sostiene que, en la década de 1990, las personas dirigentes de sindicatos estuvieron entre las primeras en ser despedidas dentro de la industria textil del Este de Asia cuando llegó la crisis financiera (Delahanty 1999).
Las personas fabricantes de prendas de vestir están organizándose para mejorar su poder de negociación y, junto con eso, su seguridad en este comercio tan globalizado. En el mundo, hay varios ejemplos sobre cómo la labor de organización mejora la situación de estas personas trabajadoras, y cómo va creciendo el número de organizaciones, así como sus redes nacionales y regionales (llamadas HomeNets).
En India, SEWA ha trabajado para organizar a las personas trabajadoras textiles, centrándose en un pago mayor por pieza terminada y condiciones de trabajo más justas. En 1986, SEWA negoció un salario mínimo para el trabajo de costura y ayudó a las personas trabajadoras textiles a exigir mejores salarios y condiciones laborales, tarjetas de identidad y protección social, así como cuidado infantil y prestaciones sanitarias (Chen 2006).