English        Français        Português
 

Mi nombre es Jennifer Thaís Santos Fernandes. Tengo 25 años y soy una joven negra y recicladora. He trabajado en ASCITO, una asociación de personas recicladoras de la ciudad de Itabirito —ubicada en la región metropolitana de Belo Horizonte, en el sudeste de Brasil— desde mis 16 años.

La gestión de residuos siempre ha estado presente en mi vida de diferentes formas. Cuando era pequeña, mis hermanos y yo solíamos ir al vertedero de Ribeirão das Neves con nuestra madre para ayudar con el trabajo, porque con nuestras manos reducíamos las probabilidades de pasar hambre.

Incluso en aquel momento, ASCITO ya era parte del Movimiento Nacional de Recicladores (MNCR); por eso, los recicladores y recicladoras siempre participaban en las discusiones y las luchas relacionadas con nuestra causa. En ese momento, me di cuenta de que podía ayudar a los recicladores y recicladoras contribuyendo a la representación política del grupo. Gracias a los lazos que había construido con otras personas recicladoras, me sentía empoderada.

Como resultado de la capacitación en habilidades que recibimos, comenzó a surgir un interés por formarse en cuestiones de género en MNCR. En respuesta a esa demanda, en 2012, con el apoyo de WIEGO, nació As Bonitas (Las Bonitas). Bonitas se refiere a un eslogan en portugués que dice así: mulher bonita é mulher que luta, mujer bonita es la que lucha. WIEGO y As Bonitas organizaron talleres entre 2012 y 2020 para discutir varios temas relacionados con problemas de género y, en 2020, a pesar de los desafíos que trajo la pandemia, desarrollamos nuestro plan de acción de género 2021/2021 con contribuciones de cada una de las personas que formaba parte de la organización.

Con la llegada de la pandemia, los compañeros y compañeras que trabajaban con los materiales reciclables, al igual que yo, estuvieron muy expuestos. Sin embargo, el rol de las mujeres líderes del MNCR no cambió; mantuvieron la voluntad y la determinación para ayudar a los trabajadores y trabajadoras. 

Las autoridades locales casi no nos ayudaron al inicio de la pandemia. Solo nos brindaron asistencia social a través de, por ejemplo, canastas de comida. ASCITO informó a la Secretaría del Medioambiente municipal que no podíamos continuar con la recolección selectiva de residuos sin un diálogo para analizar acciones concretas, incluida la adopción de protocolos sanitarios. Durante el tiempo que la recolección de residuos estuvo suspendida, recibimos ayuda de nuestros socios y amigos, ya que estábamos en riesgo de pasar hambre. Gracias a eso, pudimos distribuir canastas de alimentos básicos, sanitizante para manos y algunos equipos de protección personal (PPE) para nuestros miembros.

MNCR envió parte de los fondos recibidos de la industria para el trabajo de los recicladores y recicladoras —según lo establecido por la responsabilidad extendida del productor de Brasil, que dispone que la industria debe compartir los costos de devolución de materiales para su reutilización y reciclaje— por adelantado a las asociaciones y las cooperativas supervisadas por ellos. Esto ayudó mucho a los recicladores y recicladoras. En colaboración con otros socios, MNCR comenzó una campaña de recaudación de fondos en línea que nos permitió brindar asistencia a los recicladores y recicladoras fuera de la organización.

Pienso que las autoridades públicas tienen que vernos como un actor clave en el proceso de transformación del futuro y contribuir a la mejora de la infraestructura de nuestros depósitos de almacenamiento, además de invertir en capacitación.

En MNCR, las mujeres y la juventud pueden soñar y ser protagonistas de sus sueños. La pandemia ha dejado claro que nos necesitamos. El lema de MNCR es amor, gratitud y esperanza, y eso significa tener siempre a alguien con quien contar a nuestro lado. Esta pandemia pasará y estaremos tan bien como podamos, con nuestros corazones alegres por habernos protegido entre nosotros.


Lee la historia completa de Jennifer en inglés o portugués
 

Foto: Jennifer Thaís Santos Fernandes. Crédito: Lina Mintz