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Mi nombre es Panisara Adiraklarpnukul, tengo 59 años y soy masajista en Bangkok. Soy miembro del Grupo de Masajistas de Tailandia, una organización que nos agrupa en línea informalmente.

Quienes trabajan como masajistas deben tener un contacto cercano con sus clientes. Por lo tanto, durante la pandemia, se nos ordenó dejar de trabajar antes que a otras personas y volvimos a trabajar después que otras ocupaciones. Si hay un nuevo brote de la pandemia, nos prohibirán trabajar nuevamente.

La mayor parte de nuestros clientes son turistas. Como los turistas dejaron de venir, muchas personas masajistas perdieron sus empleos. Tuvieron que cambiar de ocupación. Algunas comenzaron a vender productos en el mercado o a coser ropa, mientras que otras comenzaron a dar sesiones de masajes en sus hogares o a trabajar en fábricas. Quienes tenían algo de dinero tomaron cursos de costura o de peinado.

Las medidas de alivio del gobierno consistieron en un subsidio en efectivo de 5000 bahts durante tres meses. A pesar de que fue útil, no todo el mundo tuvo acceso a esta ayuda porque hubo personas que no se registraron correctamente o no tenían un dispositivo o celular en sus hogares que pudieran utilizar para registrarse. HomeNet llegó y me proporcionó información que pude utilizar para impulsar mi trabajo. Adquirí conocimientos, los utilicé, se los transmití a mis amigos y amigas masajistas y los puse en práctica en mi local.

Durante el aislamiento social obligatorio, no pudimos trabajar en absoluto, pero ahora estamos volviendo a trabajar con normalidad. Nuestras medidas de prevención de enfermedades incluyen el uso de mascarillas, el lavado frecuente de manos, el mantenimiento de distancia, y la reducción del número de camillas en el local para cumplir rigurosamente con las recomendaciones del gobierno.

Hay muchos grupos de masajistas. No tenemos una organización formal, pero nos comunicamos a través de Facebook. Durante la crisis de la COVID-19, quienes se dedicaban a esta ocupación estaban en una situación muy comprometida; no tenían trabajo, vivienda, dinero ni alimentos. Entonces, les pedimos ayuda a Khun Pitak y Khun Koi, dueños de Jarawee Thai Massage. A pesar de que ellos también se habían visto afectados, comenzaron a hacer reclamos y a pedir ayuda a los diferentes organismos gubernamentales y al sector político, y le pidieron al público que donara canastas de supervivencia. Asimismo, coordinaron con HomeNet Tailandia para que solicitaran alimentos no perecederos y canastas de supervivencia para aliviar la situación de angustia de este sector.

Más tarde, HomeNet organizó un taller para crear productos naturales y de agricultura libre de químicos del cual participaron varias personas masajistas. Esta era la primera vez que las masajistas se reunían, se quedaban, comían y hacían otras actividades en conjunto. Durante el tiempo que estuvimos compartiendo, además de hacer varias actividades, creamos un grupo de masajistas en línea para debatir y compartir nuestros problemas. Una vez que las actividades finalizaron, continuamos hablando, ayudándonos y les dimos recomendaciones a nuestras amigas y amigos masajistas.

Quiero que todas las personas masajistas se reúnan y se organicen tanto como sea posible para asegurarnos de que nuestras demandas adquieran fuerza. Existen 300 000 masajistas en el registro, pero nunca nos organizamos formalmente. Si pudiésemos organizarnos, tendríamos el poder de ayudarnos mutuamente. Cuando queramos hacer demandas ante el gobierno, lograremos que nos escuchen más.


Se entrevistó a Panisara Adiraklarpnukul para el estudio de WIEGO sobre la crisis de la COVID-19 y la economía Informal. HomeNet Tailandia es una organización aliada de WIEGO.

Foto: Khun Panisara Adiraklarpnukul en el trabajo. Crédito: Pattarapon Virat