“En la mayoría de los países en desarrollo, más de la mitad de la población urbana ocupada trabaja en el sector informal. Sin embargo, las personas trabajadoras en empleo informal –y sus medios de subsistencia– tienden a ser ignoradas o excluidas de la planificación urbana y el desarrollo económico local. No habrá inclusión social o financiera alguna que pueda compensar esta exclusión de la planificación urbana y de las políticas económicas. La población urbana ocupada en empleo informal, particularmente la que se encuentra en situación de pobreza, debe ser reconocida, valorada y apoyada como agente económico que contribuye a la economía y la sociedad.”

Marty Chen, Coordinadora internacional de la Red WIEGO y Profesora de Políticas Públicas en la Harvard Kennedy School, Profesora afiliada de la Harvard Graduate School of Design.


Principio n.° 1

El desempleo y subempleo generalizados, además de la creciente desigualdad de ingresos, constituyen el núcleo del desafío actual al que se enfrenta el desarrollo. El apoyo a la población ocupada en empleo informal es clave para abordar el desempleo y subempleo y la desigualdad de ingresos, dado que la mayor parte de las personas trabajadoras en situación de pobreza están empleadas en la economía informal, donde los ingresos tienden a ser bajos y los riesgos y costos, elevados. Esto hace que las personas trabajadoras en situación de pobreza tengan dificultades para salir de la pobreza sin servicios de apoyo ni un entorno político propicio.


Principio n.° 2

Se debería reconocer que el empleo informal representa la mayor parte del empleo total –que constituye la norma en el mundo en desarrollo– y la economía informal debería ser considerada como parte de la solución y no como un obstáculo para el desarrollo económico y humano. No obstante, la economía informal está estigmatizada en la teoría económica y las personas responsables de la planificación económica la tildan de ilegal, clandestina, o incluso de negra o gris. Pero no toda la economía informal debería ser tratada de la misma forma, ya que la mayor parte de la población ocupada en empleo informal está compuesta por personas trabajadoras en situación de pobreza que intentan ganarse la vida honradamente enfrentándose a grandes contratiempos. Las personas trabajadoras independientes de la economía informal deben ser consideradas inocentes hasta que se demuestren culpables de evadir normas e impuestos, y no al revés. Por ejemplo, relativamente pocas personas trabajadoras independientes de la economía informal contratan a otras personas, es decir que relativamente pocas infringen disposiciones laborales. En cambio, un porcentaje creciente de empresas del sector formal, tanto públicas como privadas, contrata a personas de manera informal, sin beneficios ni contribuciones de protección social. En otras palabras, evaden regulaciones laborales. Esto sucede tanto en países donde las normas laborales son estrictas como en países donde son más flexibles, y también en países donde las disposiciones laborales no se han modificado por muchos años.


Principio n.° 3

No habrá inclusión social de las personas trabajadoras en situación de pobreza que pueda compensar las consecuencias de su exclusión de las oportunidades económicas, de los mercados financieros y de productos, y de la planificación económica; ni siquiera una inclusión en condiciones desfavorables. Asimismo, no habrá inclusión social de las personas trabajadoras en situación de pobreza que pueda compensar la ausencia de poder y derechos económicos. En otras palabras, lo que se necesita son políticas e intervenciones que integren los medios de subsistencia informales en la planificación urbana y económica, que aborden las barreras institucionales a las que estas personas se enfrentan y que aumenten la demanda de sus productos y servicios.


Principio n.° 4

Las leyes, normas y políticas existentes parten de premisas válidas para los empleos y empresas formales, o tienden a basarse en ellas. Tomemos el caso de las ciudades y las personas trabajadoras en empleo informal urbano. Esta es la forma en la que WIEGO entiende y aborda el reto del desarrollo urbano para las personas trabajadoras en situación de pobreza:

Informalidad urbana, exclusión y desigualdad

  • Empresas informales = amplia base de la economía urbana. Sin embargo, deben operar en condiciones desfavorables y compiten por el acceso a un espacio público y recursos desde una posición de invisibilidad y sin poder.
  • Asentamientos informales = lugares de producción/centros industriales. Sin embargo, suelen ser expulsados con poca antelación a la periferia de las ciudades, lejos de los mercados y de su clientela.
  • Las personas trabajadores en situación de pobreza no tienen derecho a acceder a la ciudad, al espacio público ni a los recursos. Sus medios de subsistencia no están integrados en la planificación urbana ni en el desarrollo económico local.
  • Los gobiernos municipales a menudo confabulan con los promotores inmobiliarios y otros poderosos intereses económicos. Así, el espacio público se convierte en un campo de batalla entre quienes tienen poder y quienes no lo tienen; se privilegia el consumo del segmento con más riqueza por sobre la producción de quienes están en situación de pobreza (un ejemplo de esto es la proliferación de centros comerciales donde antes había mercados naturales de personas vendedoras ambulantes). 

El enfoque de WIEGO

  • Comprender y destacar la economía política de las ciudades.
  • Especificar los derechos económicos de grupos específicos de personas trabajadoras en situación de pobreza en la economía informal, especialmente las personas productoras a domicilio, las vendedoras ambulantes, las trabajadoras del hogar y las personas recicladoras.
  • Mediar entre las personas responsables de la planificación urbana y autoridades municipales y las personas trabajadoras en situación de pobreza.
  • Superar las brechas entre los debates y discursos urbanos dominantes y la realidad y personas trabajadoras en situación de pobreza.