En el Sur Global, los supermercados han proliferado con rapidez, pero ¿qué implicaciones conlleva esta expansión para los vendedores informales de comida y la seguridad alimentaria de las familias con bajos ingresos?
Durante más de 10 años, el African Centre for Cities (Centro Africano para las Ciudades; ACC, por su sigla en inglés), en la Universidad de Ciudad del Cabo, ha trabajado en torno a la seguridad alimentaria de las ciudades, inicialmente realizando investigaciones detalladas en 15 ciudades del África Subsahariana a través de la African Food Security Urban Network (Red Urbana de Seguridad Alimentaria de África; AFSUN, por su sigla en inglés) y más recientemente a través del proyecto Consuming Urban Poverty (CUP, por su sigla en inglés), así como en el Sur Global a través de la Hungry Cities Partnership (Alianza por las ciudades hambrientas).
Estos estudios han mostrado sistemáticamente la importancia de la economía informal para el sistema alimentario urbano, y en particular para la seguridad alimentaria de las familias más pobres.
La directora de Investigación Urbana de WIEGO, Caroline Skinner, ha estado asesorando al equipo de investigación de la ACC sobre seguridad alimentaria. En esta entrevista, ella y el especialista en seguridad alimentaria, Gareth Haysom de la ACC, reflexionan sobre los hallazgos de la última década y lo que estos implican para la alimentación de las ciudades.
Foto: Samantha Reinders
Dada la rápida expansión de los supermercados, ¿siguen los consumidores frecuentando los comercios informales?
Las pruebas del estudio de la ACC han mostrado sistemáticamente que los hogares con bajos ingresos continúan comprando sus alimentos en tiendas informales, incluso cuando hay supermercados en la zona.
A modo de ejemplo, el proyecto Consuming Urban Poverty (CUP) realizó un trabajo de campo en tres ciudades secundarias: Kisumu, Kenia; Kitwe, Zambia; y Epworth, en las afueras de Harare, Zimbabue, y la gran mayoría de los entrevistados participaban de la economía alimentaria informal ‒desde vendedores ambulantes de alimentos a tiendas en casas y comerciantes de mercados vendiendo una selección de alimentos que van desde verduras a legumbres y carnes. En Epworth, estos alcanzaban al 79 %, con más del 50 % que recurría todos los días a esta. En Kisumu y Kitwe, más del 70 % de los hogares compraban alimentos de tiendas informales más de 5 días por semana.
Estos resultados reflejan los hallazgos del estudio de AFSUN: en las 11 ciudades, el 70 % de los hogares entrevistados informaron que normalmente obtenían sus alimentos de tiendas informales. Casi un tercio dijo que frecuentaba casi a diario la economía alimentaria informal y cerca de dos tercios lo hacía al menos una vez por semana.
Lo que hemos podido ver es que, en vez de desplazar al comercio informal sin más, los supermercados y los comerciantes informales coexisten.
¿Qué es lo que muestra este estudio sobre el uso de supermercados por compradores con bajos ingresos?
Aunque los consumidores con bajos ingresos hacen a diario sus compras en la economía alimentaria informal, también usan los supermercados.
En las ciudades del CUP, la mayoría de los entrevistados dijeron que frecuentaban supermercados, mientras que el estudio de AFSUN averiguó que el 79 % de los entrevistados compraban en supermercados, pero la mayoría dijo que compraba en estos solo una vez por mes.
Las pruebas actuales sugieren que existía una tendencia a comprar alimentos básicos en grandes cantidades en supermercados mientras que dependían de la economía alimentaria informal para otras necesidades alimentarias en el día a día.
¿Cómo se explica que continúen usando los comercios informales?
Los vendedores y vendedoras de alimentos en empleo informal continúan respondiendo hábilmente a las necesidades de los residentes urbanos pobres. Los ingresos de estos consumidores son variables; pueden carecer de refrigeración o espacio para almacenar; y utilizan transporte público o taxis, lo que limita las cantidades que pueden transportar.
Dificultades como estas obligan a los hogares con bajos ingresos a comprar alimentos con mayor frecuencia. El estudio sugiere que los pobres en las ciudades seguirán comprando sus alimentos en el sector informal debido a una combinación de factores:
- Emplazamiento conveniente: Los comercios informales de alimentos se sitúan a menudo en puntos de tránsito de personas, y el mapeo de tiendas informales de alimentos muestra una distribución uniforme de estos en los asentamientos urbanos. De esta forma, los consumidores no tienen que incurrir en costes adicionales de transporte para comprar alimentos.
Distribución de comercios de alimentos en todo Epworth, Zimbabue. Fuente: Alexander y Park Ross para Consuming Urban Poverty
- Horario de apertura: Los estudios muestran de manera consistente que suelen abrir temprano y cerrar tarde.
- Cantidades apropiadas: A menudo dividen productos al por mayor para vender en menores cantidades, lo que puede hacer subir el precio de la unidad, pero resulta más asequible para los pobres en las ciudades.
Un vendedor en Kitwe, Zambia, vende aceite en pequeñas y asequibles cantidades. Fuente: Samantha Reinders para Consuming Urban Poverty
- Crédito: A menudo ofrecen crédito, posibilitando la compra de alimentos sin dinero en momentos difíciles.
Este tipo de estrategias hacen que el sector alimentario informal juegue un papel central para el acceso a alimentos y, como resultado, una mayor seguridad alimentaria para las personas pobres en las ciudades.
A menudo se asume que los supermercados benefician a los hogares más pobres.
¿Qué muestra el trabajo de la ACC sobre su impacto en la seguridad alimentaria?
Los hallazgos del estudio sugieren que los supermercados no siempre ayudan a los hogares más pobres. En un estudio realizado en Ciudad del Cabo, Jane Battersby averiguó que en zonas con bajos ingresos los supermercados disponen de menos alimentos saludables que en zonas más prósperas.
Por lo tanto, no se debería asumir que los supermercados aumentan el acceso a alimentos saludables. En el estudio de Ciudad de Cabo, se llegó a la conclusión de que los supermercados, al almacenar alimentos procesados, de hecho habían acelerado la transición a dietas menos saludables.
El estado tiene la responsabilidad de proteger la salud del consumidor. La comida producida bajo condiciones informales ‒sin acceso a agua, sanitarios y techo‒ ¿no representa un problema?
Ciertamente no debemos descartar la cuestión de la seguridad del consumidor.
Se han medido niveles de bacterias de alimentos en la calle en muchas zonas urbanas del continente africano. Los resultados muestran que la prevalencia de bacterias de la comida en la calle varía. El factor decisivo es el grado de acceso de los comerciantes a infraestructuras básicas (agua y sanitarios) e infraestructuras para el comercio (techo, mesas y superficies pavimentadas).
Foto: Samantha Reinders
Estos hallazgos sugieren que cuanto más sean incluidos los comerciantes informales en los planes urbanos, más seguros serán los alimentos que venden. La formación en higiene también aparece como un importante factor para garantizar niveles bajos de bacterias.
A menudo la agricultura urbana es un foco de iniciativas políticas actuales para mejorar la seguridad y el acceso a alimentos. ¿Qué sugieren sus hallazgos sobre este tema?
En todas las ciudades estudiadas, había alimentos suficientes. Los comercios formales e informales usan múltiples redes locales, nacionales e internacionales para garantizar que haya suficientes alimentos en venta.
La inseguridad alimentaria es más una consecuencia de la incapacidad para comprar alimentos. El estudio muestra de forma concluyente que la agricultura urbana rara vez constituye la fuente principal de alimentos y aquellos que la practican rara vez venden los excedentes.
Esto sugiere que un enfoque de políticas en torno a la agricultura urbana podría estar desencaminado.
¿Qué políticas propondrían, dados los hallazgos de este estudio?
El estudio muestra que los comercios informales de alimentos constituyen facilitadores clave en el acceso a alimentos y contribuyen a la estabilidad del sistema alimentario en las ciudades. Además, el comercio informal de alimentos es una fuente importante de empleo, particularmente para las mujeres.
Más que ser constantemente acosados, los y las comerciantes informales de alimentos deberían ser incluidos en los planes urbanos. El proyecto CUP ha desarrollado una serie de artículos sobre políticas para asistir y guiar a gobiernos locales. El trabajo de WIEGO sobre espacio público inclusivo, basándose en buenas prácticas de una serie de países y ciudades, aporta sugerencias para un acercamiento participativo a la planificación, diseño y gestión de espacios para el comercio, guiado por una legislación progresista.
Tanto la Organización Mundial de la Salud (OMS) como la Organización para la Alimentación y la Agricultura (FAO) reconocen la importancia del comercio informal de alimentos y han producido unas excelentes directrices para mejorar los estándares de salud e higiene de este.
Puede descargar el manual de herramientas de WIEGO para el apoyo a los medios de sustento en los espacios públicos.
Primera foto: Jane Battersby
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