Los fenómenos meteorológicos extremos acarrean consecuencias graves para las personas trabajadoras y las comunidades de todo el mundo, desde Grecia y Canadá hasta India, Ghana, y Brasil. Y dado que el mundo ha descarriado la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero estipulada en las metas del Acuerdo de París, se esperan incrementos en las temperaturas mundiales que provocarán efectos catastróficos.
La necesidad de que los Gobiernos, las corporaciones, las organizaciones de personas trabajadoras y la sociedad civil tomen medidas urgentes y decisivas frente a la urgencia climática es más clara que nunca. Pero varios países productores de combustibles fósiles, incluidos los Emiratos Árabes Unidos (EAU), no detendrán su producción y ninguno se ha comprometido a reducir la producción de gas, petróleo crudo o carbón, como lo supone un límite del calentamiento de 1,5 ºC.
Las organizaciones firmantes, en representación de más de 4,6 millones de personas trabajadoras en empleo informal alrededor del mundo en sectores mayoritariamente femeninos, refrendamos nuestra solidaridad con las personas trabajadoras, colegas, que encaran las peores consecuencias de la crisis climática y que necesitan medidas urgentes y profundas al respecto.
Las personas trabajadoras en empleo informal son la primera línea de la lucha para mitigar el cambio climático pues ayudan a reducir la contaminación y las emisiones de gases de efecto invernadero. Al mismo tiempo, su bienestar y la seguridad de sus ingresos están amenazados debido a los incidentes cada vez más frecuentes relacionados con la contaminación, las olas de calor, las condiciones climáticas extremas, la pérdida de biodiversidad, las inundaciones, las tormentas intensas y los incendios forestales, que vienen a sumarse a la inexistencia de servicios básicos como la electricidad y el agua potable.
Se espera que las personas que participen en la COP28 discutan el primer balance global de los avances a nivel mundial para concretar las metas del Acuerdo de París y, a la vez, que pongan en operación el fondo de pérdidas y daños establecido para proporcionar asistencia financiera a las naciones más vulnerables y afectadas por los efectos del cambio climático.
Instamos a las personas participantes de la COP28 a que tomen en cuenta a las personas trabajadoras de los sectores más vulnerables: el trabajo del hogar, el trabajo en domicilio, la venta ambulante, el comercio de mercado y el reciclado de residuos. Para ello, las exhortamos a realizar lo siguiente:
Hacer que la transición a una economía verde sea justa, incluyente y centrada en los cuidados.
Los esfuerzos para reducir las emisiones de carbono y otras formas de contaminación y para ralentizar el cambio climático ya están afectando a las personas trabajadoras en empleo informal. Una transición justa no deja a ninguna persona trabajadora atrás y promueve condiciones de trabajo dignas.
Un primer paso hacia un marco de transición justa e incluyente para las personas trabajadoras en empleo informal consiste en reconocer su trabajo y su enorme contribución actual y potencial a la reducción de las emisiones de carbono, así como a la mitigación de los efectos del cambio climático y otras formas de contaminación.
Las personas trabajadoras en empleo informal reparan, reutilizan y reciclan materiales, y producen bienes a partir de materiales naturales y degradables. Además, acortan las cadenas de suministro, son un sostén para las comunidades mediante la venta ambulante y de mercado, y tienen una baja huella de carbono.
Muchas de estas formas de trabajo son sostenibles ambiental y socialmente. Son parte de la solución.
El marco para una transición justa e incluyente debe valorar la contribución de las personas trabajadoras en empleo informal, apoyar su reconocimiento jurídico en los reglamentos de trabajo y de protección social, asegurar que sus necesidades de cuidado estén cubiertas por sistemas nacionales de cuidado adecuados y apoyar sus modelos de economía social y solidaria.
Asegurar a las personas trabajadoras una implicación directa en los procesos de diseño e implementación de políticas climáticas en todos los niveles.
La presidencia de la COP28 declaró que, entre sus objetivos, figuraba organizar la “COP más incluyente” e impulsar políticas y acciones que pongan la naturaleza, la vida y los medios de subsistencia en el corazón de la acción climática.
Si las personas participantes se toman en serio poner los medios de subsistencia en el corazón de la acción climática, tienen que considerar las necesidades de la mayoría de las personas trabajadoras, es decir, los dos mil millones de personas que trabajan en empleo informal alrededor del mundo y que ya enfrentan tanto los desastres climáticos como la pérdida de empleos y el desplazamiento que subsiguen.
Es imperativo involucrar directamente a estas personas trabajadoras, a nivel local, nacional e internacional, en el diseño y la implementación de las políticas y estrategias de acción climática y brindarles acceso a la financiación climática. Tal objetivo podría alcanzarse mediante la instauración de comités de gobernanza pública y de espacios o foros de diálogo social conformados por las partes interesadas (órganos que deberían, todos, incluir la representación de las personas trabajadoras en empleo informal y de otros grupos que el cambio climático ha impactado de manera desproporcionada).
Las personas trabajadoras en empleo informal exigimos justicia climática.
Las organizaciones firmantes integramos el movimiento mundial cada vez mayor de personas trabajadoras en empleo informal y, en conjunto, representamos una membresía de más de 4,6 millones de personas trabajadoras alrededor del mundo.
HomeNet Internacional
Janhavi Dave, coordinadora internacional
Alianza Internacional de Recicladoras y Recicladores (IAWP)
Lucía Fernández, secretaria general provisional
Federación Internacional de Trabajadores del Hogar (FITH)
Adriana Paz, secretaria general
StreetNet Internacional
Oksana Abboud, coordinadora internacional
Apoyo técnico
Mujeres en Empleo Informal: Globalizando y Organizando (WIEGO)
Sally Roever, coordinadora internacional