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Sin los recicladores y recicladoras, las ciudades de África, Asia y América Latina estarían enterradas en su propia basura. Las y los recicladores en la economía informal han demostrado ser esenciales para mantener las ciudades limpias, pero tienen que luchar para obtener el reconocimiento de los municipios que a menudo ignoran su labor y la importancia de su trabajo.
Es por eso que los logros de los recicladores en Bogotá, liderados por la Asociación de Recicladores de Bogotá (ARB), han sido pioneros a nivel mundial.
Todos quieren ir elegantes en la ciudad y durante décadas, los aseadores y aseadoras de calzado en Ciudad de México han contribuido a que los residentes lucieran su mejor aspecto.
Pero Ciudad de México, igual que otras ciudades en el mundo está cambiando. Se está renovando a una gran velocidad y en su rápido afán de “modernizarse”, pequeños negocios informales muy estimados están siendo expulsados sin diálogo ni previo aviso.
133 años después de la huelga en Chicago por una jornada laboral de 8 horas que diera lugar al Primero de Mayo, dos mil millones de personas trabajadoras continúan siendo excluidas de los reglamentos relativos al horario laboral y remuneración de horas extraordinarias. Aquellas en empleo informal ‒que en la actualidad conforman la mayoría de los empleados en el mundo‒ están reclamando protecciones que limiten el número máximo de horas laborables, así como protecciones que se ocupen del cuidado infantil, y del cuidado y pensiones de las personas mayores.
La modernización en las ciudades sirve para facilitar el desplazamiento de los trabajadores y aportar comodidades, para hacer la vida más fácil. Sin embargo, muy a menudo, son las trabajadoras y trabajadores urbanos pobres los que pagan el precio de estos cambios.